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sábado, 31 de marzo de 2012

Los malditos celos

¡Un antídoto contra la gran epidemia!, por favor Publicado originalmente en la revista Domingo de El Universal, un texto acerca de lo peligrosos e insoportables que pueden ser los celos. Espero les guste.
Julieta y Fernando se querían, cómo se querían, hasta que apareció el fantasma de la desconfianza. Comenzaron las prohibiciones: ella no podría salir con sus compañeros y él evitaría estar cerca de sus amigas. Sus obsesiones apagaron la llama roja del amor. Los terapeutas de pareja dicen que hay que tenerlo claro: los celos no son un sentimiento, son sólo una idea, una imaginación difícil de controlar que requiere ser atendida por un especialista Lo dicen las canciones, lo cuenta la literatura como un drama, lo define la RAE: "Celoso" es la sospecha de que la persona amada mude su cariño, ¿tú lo eres? Por José Alonso Torres domingo, 12 de febrero de 2012 00:31 Julieta era una de la chicas más deseadas de la universidad. A sus 23 años no había estudiante o maestro que no volteara a ver su derrièrevde corazón invertido cada que andaba por los pasillos. Su cabellera negra y ondulante hacía volar la imaginación de los muchachos más guapos, como Fernando, el chico rubio de anteojos, un estudiante de Medicina que enloquecía a más de una. Pero Julieta no era sólo una escultura de mujer, sino que también tenía fama de simpática, amable y generosa. No había actividad de ayuda social en que no se involucrara. Si había que reunir despensas para enviarlas a los damnificados de algún huracán, ella y sus jeans ajustados aparecía en primera fila. Si había que organizar un foro en el que se pretendía invitar a los candidatos a la alcaldía de Guadalajara, ella y su blusa entallada llevaban la invitación a los políticos. Fernando, de 24 años, era el deportista modelo de la escuela, divertido en las fiestas, popular, carismático, amigable. Fernando y Julieta fueron grandes amigos durante un par de años. Él le contaba de sus ligues, sueños y temores, ella le compartía sus secretos más íntimos. Todo cambió cuando la guapa se quedó sin novio. Un ingrato la dejó y Fernando comenzó a coquetearle hasta que ella le dio el sí. Parecían la pareja ideal, eran la envidia de muchas y muchos en la universidad. Eran el alma de las fiestas, hasta que comenzaron a surgir los celos, los malditos celos. “Me cela porque me quiere”, solía decir Julieta. Muchas parejas de celosos han dicho lo mismo a lo largo de historia de la humanidad.
Los celos son tan comunes en las relaciones de pareja que han terminado enquistándose en la vida común de las civilizaciones, son protagonistas frecuentes en la literatura y otras artes. Las tragedias estampadas en grandes obras literarias llevan impresas los síntomas de los celos, incluso se le llegó a conocer como “La enfermedad de Otelo”, por el personaje de la obra de William Shakespeare cuyo declive fue provocado por una desconfianza enfermiza estimulada por las intrigas. En El Caballero de Olmedo, obra de Lope de Vega, uno de los personajes describe los celos: “Son celos, Don Rodrigo, una quimera que se forma de envidia, viento y sombra, con que lo cierto imaginado altera, una fantasma que de noche asombra, un pensamiento que a locura inclina, y una mentira que verdad se nombra”. El español escribió lo anterior en 1620. Las mismas ideas, pero con menos poesía podrían ser hoy firmadas por cualquier psicoanalista. Fernando fue el hombro en el que Julieta lloró las tristezas de una relación rota, lo que le permitió conocer los miedos y los anhelos de la guapa de la universidad. Él estuvo ahí para apoyarla y se ganó su confianza. De repente ya se les veía tomados de la mano. El romanticismo no debería dar cabida a los celos y a la desconfianza de generación espontánea, ya que éstos, contrario a lo que muchos creen, no son sentimientos, sino ideas, argumenta el psicólogo Eduardo Baltazar Arias, miembro de la Federación Nacional de Colegios, Sociedades y Asociaciones de Psicólogos de México y maestro de la Universidad de Guadalajara. “Los celos no se sienten, se piensan; los celos son ideas, la inseguridad, el pensar si mi pareja puede estar con alguien más o incluso aunque no esté con alguien más, si a lo mejor quisiera estar con alguien más. Los celos son ideas y por eso menciono que no se sienten los celos, se siente la angustia, esos pensamientos nos generan angustia y entonces es cuando la gente erróneamente dice: ‘es que siento celos’”, me explica detalladamente el especialista.
Baltazar, quien lleva más de doce años dando terapia de pareja y ha dado conferencias sobre el flagelo de la desconfianza en diversas ciudades del país, dice que más del 60 por ciento de los problemas de pareja tienen que ver con los celos. EL MIEDO A LA PÉRDIDA Poco a poco, Fernando comenzó a mostrarse celoso, en cada compañero, en cada maestro que saludaba a su bella novia veía un potencial adversario que intentaría arrebatarle a su amada. Un día vio a Julieta platicando con su ex en un pasillo y su cabeza comenzó a llenarse de humo, a generar ideas y pensamientos de conspiración y traiciones, y le recriminó: “¿Por qué platicas con él? Seguramente quiere volver contigo, o ¿eres tú quien quiere volver a salir con él? ¡Dímelo!”, le exigió sin darle oportunidad de contestar. En el fondo, los celos no son la preocupación por cuidar a quien decimos amar. Es el miedo a perder aquello que creemos que nos pertenece. La desconfianza, como un tumor, crece y da paso a la paranoia. La falta de autoestima nos hace pensar que la persona con la que estamos desea “estar” con otra, que muchas veces sólo existen en nuestra imaginación. La angustia se apoderaba de Fernando: si Julieta salía a tomarse un café o una cerveza con sus compañeros de la universidad, era porque alguno de ellos le gustaba. El día en que su novia fue elegida como líder estudiantil, él explotó porque hubo uno que la abrazó muy fuerte durante el festejo. “No quiero que le hables a ese”. “No quiero que salgas en la noche con tus amigos”. Julieta no sólo obedeció las órdenes sino que contraatacó: “Pues entonces no quiero que tú hables con esas amigas coquetas que tienes, ¿qué no te basta conmigo?”. Semana tras semana había una nueva prohibición. María de la Luz Guerrero, especialista en terapia Gestalt, cuenta que los celos compulsivos, conocidos bajo el término “celotipia”, deben ser tratados con terapia psicológica e incluso, en ocasiones, el proceso debe incluir el consumo de fármacos recetados. “Es un sentimiento que carcome el alma, que llega desde abajo, desde adentro, y destruye a la persona desde el interior del organismo y entonces todo lo que pienso es real hasta que no se demuestre lo contrario, y aun cuando se lo demuestren, sigue pensando que es real”. La especialista que tiene su consultorio desde hace quince años, me cuenta que nueve de cada diez parejas acuden a terapia manifestando algún problema de celos. “Llegan en una situación muy complicada, muchas veces donde ya hubo violencia, golpes, agresiones y, además, con una gran codependencia”. El celoso comienza a tejer telarañas en su subconsciente y a ponerle “trampas” a su pareja. Inventa escenarios y situaciones, y si no logra conseguir el objetivo de atrapar a su pareja “con las manos en la masa” (o en el prójimo), en lugar de abandonar la idea de la infidelidad prefiere creer que los amantes furtivos son tan inteligentes que han descubierto de antemano los planes del celoso, por lo que hay que ser más astuto, más estratega, ya que las traiciones se incuban en la profundidad de las pasiones humanas. “Me tocó trabajar con una pareja en la que incluso la persona después de varias sesiones le decía: ‘OK, quiero que me disculpes, estoy completamente convencido de que no me eres infiel, ahora ya lo entiendo; nada más tengo una situación que quiero que admitas, yo ya admití que no me eres infiel; ahora tú admite que sí has querido serlo’. Se llega ese nivel de celos”, dice Baltazar Arias, quien está por concluir su maestría en Terapia de Pareja. Fueron perdiendo contacto con sus amistades, pero en Fernando las sospechas, el miedo y el coraje, en lugar de desaparecer, fueron buscando nuevos resquicios en su personalidad para salir a la superficie. “¡Mira cómo te ven esos cabrones!, claro, ¡con esas minifaldas que usas!, no vas a volver a usar esas blusas escotadas ni esos pantaloncitos pegaditos de piruja. De ahora en adelante no quiero que me faltes al respeto exhibiéndote con todo mundo”. Julieta cambió su forma de vestir. Comenzó a usar blusas de manga y cuello largos, los jeans ajustados le dieron paso a los pantalones de vestir holgados, de faldas ya ni hablar. A Fernando también se le alejaron los amigos, ya no tenía tiempo para ellos, todo estaba reservado para ella, no fuera a ser que en una descuidada lo traicionaran.
LA AMÓ, LA CELÓ, LA MATÓ La desconfianza en la pareja es una característica que aparece en todos los países y en todas las épocas, sin embargo, en México, la aparición de los celos va atada a una cultura machista que fomenta la “vigilancia” de la mujer. Y esa conducta, muchas veces, termina en tragedia. Mas común de lo que se piensa, más cercano de lo que se cree, las historias de agresividad suceden en cualquier ciudad, en cualquier estrato social. Son historias que muchas veces aparecen consignadas en los medios de comunicación, como notas que se pierden en el mar de la información: “Un hombre asesinó a cuchilladas al amigo de su ex esposa, a quien también hirió de gravedad, y luego se suicidó” (8 de enero de 2012); “Mujer asesina a su marido por celos, le encontró mensajes en el celular” (21 de septiembre 2011); “Un sujeto mató a dos de los abogados que llevaban su caso de divorcio al creer que uno de ellos mantenía una relación sentimental con su ex esposa” (27 de mayo 2011); “Ataca astronauta del Discovery a compañera por celos”.(5 de febrero de 2007). Todas estas notas fueron publicadas en EL UNIVERSAL. ¿Debería asombrarnos que los celos aparezcan más en las secciones de nota roja que en los suplementos de salud y orientación sentimental? “La amó, la celó, la mató” es una noticia más cotidiana de lo que advertimos. “Hay algunos celos que hacen perder los estribos de las personas, el control de sus impulsos y se vuelven muy violentos, dejan de ir a trabajar, dejan de ir a la escuela; y hay otro tipos de celos que son ‘celos psicóticos’, donde la persona ya tiene delirios; el delirio ya es más complicado de trabajar que la neurosis”, dice Baltazar Arias. Las estadísticas son números fríos que pueden aparecer en diferentes partes sin ninguna relación aparente, como islas de realidades ajenas; así, uno puede leer que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal reveló que en el 2009 los crímenes pasionales ocuparon el segundo lugar de homicidios violentos en la ciudad de México, mientras que en otra publicación se lee que el Instituto Mexicano de la Juventud dio a conocer que el 70 por ciento de los jóvenes mexicanos experimentan violencia en el noviazgo. ¿En cuántos de estos casos el común denominador serán los celos? En un entorno en que la mujer sigue luchando por la equidad de género, en la igualdad de circunstancias, derechos y condiciones, los machos y los inseguros (quienes frecuentemente son los mismos) encuentran en estas características el fertilizante ideal para fomentar su desconfianza. Pero, ¿qué tan celosos somos los mexicanos? Parece que mucho, pero no nos gusta aceptarlo. Una encuesta realizada por Consulta Mitofsky en el 2010, titulada “El mexicano y los celos”, muestra que el 61 por ciento de los entrevistados se dijo muy poco celoso, mientras que el 20 por ciento se asimila como muy celoso, aunque 3 de cada 10 de este porcentaje indican que sus celos significan “interés por la pareja”. Otra vez el argumento hilarante: tengo celos porque te amo, porque me importas. El panorama se ensombrece cuando la violencia recibe ayuda oficial. De acuerdo con el documento “Homicidio en razón de honor”, realizado por el Instituto Nacional de las Mujeres, en el país, los códigos penales de al menos 10 estados contienen atenuantes para algunos homicidios. Todos por razones que tienen que ver con el honor. Los estados que prevén esta circunstancia en sus códigos penales son Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Jalisco, Michoacán, Quintana Roo, San Luis Potosí, Yucatán y Zacatecas. En pocas palabras, estas entidades prevén atenuantes en homicidios si alguien encuentra a su pareja en un acto sexual o en uno próximo a él, por lo que, de acuerdo con expertos, estos argumentos resultan aberrantes, le dejan la puerta abierta a la interpretación de la conducta más que al hecho delictivo en sí, pues basta con que el asesino exponga de manera verbal que encontró a su pareja cerca de un hotel, y que sospechó infidelidad, para intentar evadir la justicia. Con argumentos que parecen coplas de una canción de misóginos adoloridos, Campeche y Quintana Roo le dan más rienda suelta a la sospecha y protegen la paranoia, pues estipulan, el primero, que “son circunstancias atenuantes obrar por causas o estímulos tan poderosos que hayan producido arrebato, obcecación y otro estado pasional de entidad semejantes”; mientras que el segundo señala que la atenuante se aplica “al que prive de la vida a otro encontrándose en estado de emoción violenta, motivado por alguna ofensa grave a sus sentimientos afectivos o al honor de sus padres, hijos, cónyuge o al suyo propio que las circunstancias hicieren excusables”. “¿Quién te habló, qué quiere?, enséñame el teléfono”, era uno de los reclamos frecuentes de Fernando. “Mejor nos quedamos en casa, ¿a qué quieres ir a la plaza?, de seguro quieres ver a otras mujeres”, solía decir Julieta. Llevaban un año de noviazgo. La mayor parte del tiempo se la pasaban discutiendo, peleándose, chantajeándose y amenazándose uno al otro. Fernando le recriminaba sus relaciones del pasado, usaba sus confidencias para agredirla sicológicamente, humillándola para que ni siquiera se le ocurriera pensar en dejarlo, porque él estaba completamente seguro de que Julieta lo estaba traicionando, a pesar de que ya ni se peinaba ni se arreglaba, a pesar de que abandonaron todas las actividades en las que estuvieron tan entusiasmados. Cerraron sus perfiles de redes sociales y casi no salían a reuniones. La otrora pareja ideal en las fiestas escolares dejó de bailar. LOS CIBERCUERNOS Si bien tradicionalmente fueron provocados, estimulados y alimentados por las voces insidiosas, los chismes de lavadero y el mitote tradicional de la reunión en turno, veneno que corre de boca en boca o la ponzoña de la autosugestión, ahora los celos han encontrado nuevos estimulantes para seguir provocando pasiones arrebatadas, enojos y dolores de cabeza a los amantes atormentados por la inseguridad que los hace sentirse parte de tragedias griegas. La tecnología también ha puesto su granito de arena para que los celos entraran triunfantes al siglo XXI. El rumor adoptó las plataformas de las redes sociales y el Facebook transmutó en la Celestina vanguardista que reúne amistades olvidadas y revive amoríos nostálgicos, pero también derrumba relaciones aparentemente consolidadas. Pedirle a la pareja “una prueba de amor” ahora consiste en preguntarle sus contraseñas del e-mail y del “feis”. En México existen 25.6 millones de usuarios de Facebook y más de 4 millones de cuentas de Twitter. Todavía no se han realizado investigaciones acerca de la influencia de estas redes en la desunión de las parejas, pero son conversación cotidiana las anécdotas de apasionados pleitos que traspasaron las fronteras de internet para instalarse en el mundo real a causa de una foto incómoda o comprometedora o comentarios subidos a algún perfil, (“¡le diste “Me gusta” a tu ex!), pero en Estados Unidos, donde hay 149 millones de cuentas de Facebook, algunos estudios de las redes parecen colgarles ya la etiqueta de alcahuetes virtuales. Al estadounidense Ken Savage, trabajador en el área de la computación le bastó rastrear algunas conversaciones y mensajes en la red social para darse cuenta de que su mujer lo estaba traicionando y, a través de su cuenta, descubrió que una aparente fiesta infantil terminó en un encuentro sexual en la cama de un motel. ¿El resultado? Su esposa se convirtió en ex y él abrió la página: www.facebookcheating.com que rápidamente mutó a un muro de lamentaciones para los cornudos y los celosos. Un mausoleo de relaciones rotas navegando en el ciberespacio y un manual geek del “sospechosismo” ilustrado. Aún más, en el 2010 la Academia Americana de Abogados Matrimoniales (AAML por sus siglas en inglés) reconoció el incremento en el uso de evidencias provenientes de las redes sociales en sus casos de divorcios en los últimos 5 años. Facebook es la fuente primaria de evidencia con el 66 por ciento; My Space le sigue con el 14 por ciento y Twitter con el 5 por ciento, el restante se reparte entre otras redes sociales. Con mas de 1,600 miembros, la AAML informó ese mismo año que más del 80 por ciento de sus agremiados han buscado o usado información de las redes sociales para documentar sus casos. También en el año 2010, la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, determinó mediante una encuesta a sus estudiantes que Facebook es un mecanismo que incrementa los celos y los pleitos entre las parejas.
“Tuve un caso de una pareja en que el hombre era muy ‘baquetón’, entonces ella se daba cuenta y aguantaba, pero un día le quiso poner el cuerno para ver qué se sentía, y el otro se dio cuenta por Facebook y terminó casi matándola con un cuchillo en el cuello. Luego se dio cuenta quién era el ‘otro’ y era un chavito cualquiera”, cuenta la terapeuta María de la Luz Guerrero. El escritor francés Marcel Proust escribió en el siglo XIX que sólo se ama lo que no se posee totalmente. La actualidad lo contradice. Los celos son provocados por la falsa sensación de que la pareja es una propiedad única e indivisible para cualquier otro tipo de relación afectiva. La desconfianza es la infección viral que agota el sistema inmunológico de la pasión y la confianza que podrían haber abonado en el desarrollo de una relación fructífera, feliz y duradera. Alejada de los problemas y el estrés que ya genera la vida cotidiana allá afuera del circulo de la intimidad. Como reza el dicho: es tan poco el amor… ¡y gastarlo en celos! Dos años después del arranque de un noviazgo de ensueño, Julieta y Fernando llegaron al consultorio del terapeuta, pero el daño ya era demasiado grande. No querían ningún tipo de ayuda para recomponer la relación, buscaban siempre un testigo para acusarse mutuamente de su fracaso. Heridos y humillados, la popularidad y la belleza quedaron sepultadas por la baja autoestima y el dolor que se causaron. Se confrontaron por última vez en el consultorio del psicólogo. Y sin decirse adiós, cada quien tomó su camino. Solos. JOSÉ ALONSO TORRES es un periodista que transitó del periodismo cultural a los vaivenes de la nota diaria, el reportaje y la crónica en medios tapatíos. Actualmente es director de Información de radio y televisión de la Universidad de Guadalajara. Lo han correteado novias celosas, pero escribió esto gracias a que no lo alcanzaron

domingo, 14 de noviembre de 2010

Lost... No todo está dicho

Lost es considerada una de las mejores series de todos los tiempos (ridiculez hiperbólica tomando en cuenta que la televisión apenas se inventó el siglo pasado) en fin... Lost es uno de mis programas favoritos. Su estructura narrativa es excelente y en alguna que otra temporada raya en la genialidad, su episodio final me conmovió hasta el tuétano por retorcimiento de fibras muy personales y puedo chutarme de nuevo la serie sin nigún problema.

Ya salió el paquete completo de Lost en DVD y en Blu Ray. Por supuesto que lo compraré (si no me quedo sin aguinaldo) y buscaré nuevos adeptos a la doctrina dharma. Mientras tanto dejo aquí un divertido ejercicio: Lost visto desde el punto de vista de Mario, el entrañable plomero que salvó a Nintendo de la quiebra y que por estas fechas también cumple sus 25 primaveras.



jueves, 7 de mayo de 2009

Sonrisas borgianas


Dicen que a Vicente Fox le platicaron que José Luis Borgues, alias el Puma, tenía un primo muy inteligente y fenomenal escritor llamado Jorge Luis Borges y que aparte, tenía un gran sentido del humor.


A veces la sacralización de los personajes nos hace olvidarnos que son humanos, y por lo tanto, capaces de destilar cualquier veneno cínico sobre sus sabrosos pensamientos. Aquí, tomado de un escrito de Octavio Ortega del blog leergratis.com, una muestra del genio Borges, una pincelada de talento que nos hace torcer la boca con satisfacción y complicidad.


¡Genio, chingao!


Durante la dictadura militar alguien le comenta a Borges que el general Galtieri, presidente de la República en ese momento, ha confesado que una de sus mayores ambiciones es seguir el camino de Perón y parecerse a él. “¡Caramba! -interrumpe Borges- es imposible imaginarse una aspiración más modesta“.


Borges firma ejemplares en una librería del Centro. Un joven se acerca con Ficciones y le dice: “Maestro, usted es inmortal“. Borges le contesta: “Vamos, hombre. No hay por qué ser tan pesimista“.


Roma, 1981. Conferencia de prensa en un hotel de la Via Veneto.

Además de periodistas, están presentes Bernardo Bertolucci y Franco María Ricci. Borges, inspirado, destila ingenio. Llega la última pregunta. “¿A qué atribuye que todavía no le hayan otorgado el Premio Nobel de Literatura?”

- “A la sabiduría sueca“.


En una entrevista, en Roma, un periodista trataba de poner en aprietos a Jorge Luis Borges. Como no lo lograba, finalmente probó con algo que le pareció más provocativo: “¿En su país todavía hay caníbales?”

- “Ya no - contestó aquél -, nos los comimos a todos.”


En plena Guerra de las Malvinas, opinó que “la Argentina e Inglaterra parecen dos pelados peleándose por un peine” y que “las islas habría que regalárselas a Bolivia para que tenga salida al mar“.


Sobre la situación de la literatura argentina, Córdoba Iturburu, que la presidía, inquirió a los gritos: “¿Y qué vamos a hacer por nuestros jóvenes poetas?” Desde el fondo llegó otro grito, éste de Borges: “¡Disuadirlos!”.


En la pausa de un acto cultural, el novelista Oscar Hermes Villordo acompañó a Borges al baño, situado en un primer piso al que se llegaba por una empinada escalera de madera. Cuando volvían, Villordo notó que Borges descendía los escalones demasiado rápido y, temiendo lo peor, le preguntó:”¿No deberíamos ir más despacio?” “Pero no soy yo - aclaró Borges -, es Newton.”.


El escritor argentino Héctor Bianciotti recuerda una de las tantas salidas elegantes de Borges, cuando le incomodaban los halagos de la gente: Ocurre en París, en un estudio de televisión.

-”¿Usted se da cuenta de que es uno de los grandes escritores del siglo?“, lo interrogan.

-”Es que este“, evalúa Borges, “ha sido un siglo muy mediocre“.


Una mañana de octubre de 1967, Borges está al frente de su clase de literatura inglesa. Un estudiante entra y lo interrumpe para anunciar la muerte del Che Guevara y la inmediata suspensión de las clases para rendirle un homenaje . Borges contesta que el homenaje seguramente puede esperar. Clima tenso. El estudiante insiste: “Tiene que ser ahora y usted se va“. Borges no se resigna ygrita: “No me voy nada. Y si usted es tan guapo, venga a sacarme del escritorio“. El estudiante amenaza con cortar la luz. “He tomado la precaución“, retruca Borges, “de ser ciego esperando este momento“.


Una revista de actualidad reúne a Borges con el director técnico César Luis Menotti. “Qué raro, ¿no? Un hombre inteligente y se empeña en hablar de fútbol todo el tiempo“, comenta Borges más tarde.


En 1983, un periodista de La Nación pide a Borges su opinión sobre la Guerra de Malvinas. “Absurda“, define Borges. “Estoy triste, muy triste. Mandaron a esos pobres muchachos de veinte años a morir al sur. Tener veinte años y pelear contra soldados veteranos es algo atroz, inconcebible. Solamente en el crucero General Belgrano murieron cientos. Claro que los militares dirán que al lado de los desaparecidos esa cifra no es nada, pero no creo que les convenga ese argumento. No, no les va a convenir…”


En 1975, a los 99 años, muere Leonor Acevedo de Borges, madre del escritor. En el velorio, una mujer da el pésame a Borges y comenta: “Peeero… pobre Leonorcita, morirse tan poquito antes de cumplir los 100 años. Si hubiera esperado un poquito más…“.

Borges le dice: “Veo, señora, que es usted devota del sistema decimal“.


Borges y un escritor joven debatiendo sobre literatura y otros temas. El escritor joven le dice: “Y bueno, en política no vamos a estar de acuerdo, maestro, porque yo soy peronista“. Borges contestò: “Cómo que no? Yo también soy ciego“.

miércoles, 29 de abril de 2009

¡Con razón no lo pelaron!


Manuel Acuña, el poeta jalisciense cuyo nombre no puede uno recordar sin remitirse a la calle que cruza el famoso barrio de Santa Tere, se murió a los 24 años de edad. Dicen que se suicidó porque Chayito no le hizo caso.

Rosario de la Peña era su nombre. Dicen las malas lenguas que hasta José Martí le aventó los chuchos, pero su corazon ya era de otro. Manuelito le dedicó un poema y toda la cosa para conquistarla: "Nocturno a Rosario" se llama. No funcionó la estrategia y el muchacho se empinó una dosis de cianuro y se murió todito él. Ella niega que él se haya petateado por su culpa. Ella siguió su vida, a él le pusieron la pijama de madera y años después le pusieron su nombre a una calle que queda cerquitas de las sabrosas aguas frescas del Chaplin.

No es por disculpar a la Chayito, pero si uno lee el poema que le dedicaron, podríamos entender por qué esta mujer no le quiso atorar al compromiso, después de leerlo ha de haber dicho, ¡Ni maiz, pus qué!


Que hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo.
los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos, un alma sola,
los dos, un solo pecho,
y en medio de nosotros
mi madre como un Díos!

Ya ni la friega el buen Manolín, con ese complejote de Edipo no iba a agarrar ni fiado.


sábado, 4 de abril de 2009

Detector de metal


Los metaleros son excelentes fuentes de frases absurdas, huecas, pero muchas veces, sabrosas y vaciladoras.

Esta es una colección de esas frases que van de lo sublime a ridículo, pero que dejan claro que lo que cuenta es la actitud, jejeje. Que las disfruten.

- Nosotros comemos cadenas y cagamos Metal.

(Timo Tolkki, Stratovarius, 2004)


-¿Que qué pienso de las críticas? ¿Qué críticas? Lo único que recuerdo estas semanas es despertarme vomitando, no se de que jodidas críticas me hablas.

(Jari Kainulainen, Stratovarius)


- No puedo echar a perder mi voz en una banda de los esquemas de Iron Maiden.

(Bruce Dickinson, Iron Maiden)


- Cómo no iba a meterme en el rock con un apellido así, ¿te imaginas de carnicero?

(John Bonham, Led Zeppelin)


- No nos importa el dinero, sólo el amor de nuestros fans.

(Joey DeMaio, Manowar)


- Hubo una etapa en mi vida que me estaba metiendo una tercera parte de la economía colombiana por mi nariz.

(Steve Tyler, Aerosmith)


- Sexo drogas y Rock & Roll deben ir en su justa medida, si te pasas con el sexo toda tu vida girará alrededor de él y no habrá nada más, si te pasas con las drogas no podrás hacer sexo ni R&R, y si te pasas con el Rock & roll acabarás haciendo cosas jodidamente anales como Dream Theater.

(Dregen, Backyard Babies)


- Entrevistador: ¿Tienes algún problema con el alcohol?

- Ozzy Osbourne: Si, no encuentro ningún bar.


- El Rock seguirá estando en lo mas alto mientras la gente siga bebiendo y cogiendo.

(David Coverdale, 1983)


- Limp Bizkit son como N’Sync pero con guitarras y con tatuajes.

(Scott Ian, Anthrax)


- Bon Scott meando en unos servicios, se le acerca un tio y le pregunta, medio riéndose:

- “Hombre, Bon Scott, tú que eres la AC o el DC ??” (en alusión a la referencia que hacían estas cuatro letras a los bisexuales en ambientes gays)

- Bon Scott: “Soy el rayo de en medio, pendejo”

- Y le dio un madrazo que lo dejó todo madreado.


- Dejó la banda por problemas médicos, me ponía enfermo…

(Ozzy sobre la salida de Carminne Appice de la banda)


- Si él tuvo huevos para operarse yo los tuve para echármelo a él.

(Lemmy respondiendo a la pregunta de si alguna vez había tenido relaciones con un transexual)

- Periodista: Lemmy..¿eres dios??


Lemmy: No, que va, una vez vi a Dios cuando estaba de drogo y Él era mucho mas alto.


- Me metí en el heavy metal para que me chuparan la verga. Ahora sigue siendo importante, pero también hay otras cosas.

(Blackie Lawless, W.A.S.P.)


- Vestir como mujeres, hablar como hombres y tocar como hijos de putaaaaaaaa.

(Twisted Sister)


- Un periodista pregunta a DeMaio:

“Si una ejecutiva de una importante discográfica te chantajease con acostarse con ella para fichar por su sello, ¿lo harías?”

Respuesta de Joey:

“No lo haría por entrar en su discográfica, me la follaría porque esa es mi misión en la Tierra. Esa es la misión de todos los hombres”.


- En una entrevista a Joey Demaio :

- ¿Que opinas de la gente que te critica aludiendo a tu machismo?

- Opino que esa gente debería coger mas


-En ese tiempo estábamos todos bien drogos. Acabábamos discutiendo con los árboles, pero lo peor es que a menudo ganaban ellos la discusión.

(Lemmy, Motorhead)


- ¡¡He vuelto de la muerte para joder a los medios de comunicación!!

(Phil Anselmo, de Pantera, recién despertado de una muerte clínica por sobredosis).


- Yo Dios??? No, sólo soy su mano derecha

(Gene Simmons, Kiss)


- Helloween solo es un pokito de tralala con algo de tralari y mucho lalala

(Kai Hansen, Gamma Ray)


- Aunque usemos el mismo productor, Metallica siempre será Metallica, no Bon Jovi, ni Mötley Crue

(Lars Ulrich, Metallica)


- Si hubiera nacido hace 160 años seria el típico charlatán que vende elixires y se pira con la pasta

(David Lee Roth)


En un entrevista a Dave Mustaine le preguntan si ha escuchado la versión del “Anarchy In U.K.” de Mötley Crue.

- Cuando entras en un bar, ves que hay dos tipos de servicios… pues esto es igual: tienes una versión para hombres, y otra para nenas.


- La temática de las letras ha ido evolucionando, ahora no tendría sentido sacar un disco y hablar sobre dragones...

(DIO, presentación del Anfry Machins 1996)


- Cuanto mas homosexuales haya mejor para mi, más mujeres libres habrá

(Joey Demaio, Manowar)


- El Rock seguirá estando en lo mas alto mientras la gente siga bebiendo y follando

(David Coverdale, 1983)


- Por menos de un millón de dólares no me levanto del sofá

(David Coverdale sobre el caché de Whitesnake)


-¿Quieres oírlo con voces? Pues coge y canta, tengo la garganta hecha una mierda, yo no te pediría un redoble si se te cayese un brazo

(James Hetfield a Lars Ulrich durante la grabación del negro en la que James se jodio la voz y Lars quería oír las voces)


- Si no estas conforme, llama a tu abogado, que llame al mío y lo arreglen, ahora estamos trabajando

(Bob Rock, productor de Metallica, a Lars Ulrich)


- Hace mucho tiempo creamos nuestra propia carretera para ir por ella. Y después de tantos años, todavía no hay nadie que pueda seguir por nuestro camino

(Kerry King de Slayer)


- Mi nombre es Dee Snider señorías, soy cantante de Twisted Sister y lo crean o no, no bebo, no fumo ni consumo drogas

(Dee Snider en un juicio del PMRC contra Twisted Sister)


- Si Motorhead se muda a tu vecindario, no crecería mas hierba en tu jardín

(Lemmy, Motorhead)


- Hemos pinchado nuestros discos del revés y hemos encontrado frases como “tomate otro pipermint” o “siéntate en esta silla nena”

(Glen Tipton y Kk Downing explicando al juez sobre la coincidencias casuales de poner un disco del revés)


-El verano de 1973 fue fantástico. No me acuerdo de nada, pero nunca lo olvidaré

(Lemmy, Motorhead)


miércoles, 1 de abril de 2009

Ahí les hablan!!!!!!


Cualquiera diría que lo que hace más de un siglo expresó el buen Jefferson fue concebido apenas unas semanas atrás.

jueves, 24 de julio de 2008

¡Ups!

¿Gajes del oficio o broma macabra del destino periodístico? Clarín digital sacó la siguiente nota: un fotógrafo de prensa acude a cubrir un accidente y se encuentra a su mamá lista para ponerse la pijama de madera. Como dijo el borrachito en el velorio. No somos nada.



Fue a cubrir un accidente y la muerta era su madre
Por: Gustavo Molina






Un periodista de un diario de Villa María tuvo que cubrir la peor de las noticias: la muerte de su propia madre en un accidente de tránsito.

El martes, la Policía informó al diario Puntal de Villa María sobre un accidente fatal en el cruce de la Ruta Nacional 158 y la calle Calafate.

Hacia allí partió el periodista y fotógrafo Daniel Brusa (28). El parte policial indicaba que en el semáforo de esa intersección una mujer que circulaba en un ciclomotor había sido atropellada por un camión que iba en su mismo sentido.

Presuntamente, la motociclista intentó pasarlo en la misma esquina, pero en el intento, rozó a un Peugeot 206 que esperaba su paso en la mano contraria. La mujer, identificada como Vilma Gladis Quaranta (49), perdió el control del pequeño rodado y cayó bajo el camión Scania 115 que era conducido por Adrián Bruno (37).

Cuando Brusa llegó al lugar a cubrir el accidente vio el casco de la víctima y le pareció conocido. Caminó unos metros, identificó la moto de su madre y tuvo una crisis nerviosa.

domingo, 22 de junio de 2008

¡Qué bonita Familia!

Usted elija la opción o deje sus comentarios


La fotografía siguiente representa a:

a) Hugo, Paco y Luis

b) Los hermanos Marx

c) Los tres chiflados

d) Historia de la belleza masculina en tres capítulos

e) Los tres García versión Torres

f) La tercia de los ¡Rudos!

O de plano, como dijo Sergio: "dale gracias a Dios que tus sobrinos no se parecen a ti".


Les presento a mi sobrino Emiliano y sus 9 kilogramos de puro Rock' Roll:

martes, 20 de mayo de 2008

Lostmaniaco


Lo confieso, me estoy convirtiendo en un adicto a las series gringas ( y ¡cómo no! le agarro gusto a las inglesas).

Lo reconozco, me apasionan las buenas tramas más allá de las actuaciones y tengo que aceptar que la mejor televisión la están haciendo nuestros vecinos: historias retorcidas de la conducta humana, misterios insensatos que de repente agarran vislumbres de credibilidad; villanos bondadosos y héroes herejes. El espectador es cada vez más delicado, ya lo importantes no sólo es la historia, sino quién y cómo la cuenta.

Para nadie ya es un secreto que detrás de las estupendas series que hace la HBO está la mano del hijo de Gabriel García Márquez (Dios nos los guarde muchos años) y más allá de los guiones escrupulosamente bien contados, la fotografía cuidada a detalle cinematográfico, la locación precisa y el uso del género teatral como sustento de las puestas en escena y el manejo de los personajes. Las nuevas series compiten para que uno pruebe a dentelledas su creatividad.

Por eso me emociono con mis series favoritas y las nuevas temporadas como si fuera una viejita que se lame los labios y prepara las agujas de tejer ansiosa porque empiece una nueva telenovela. Cambio la sillita por un sillón reclinable de gamuza y las agujas por unos whiskies con hielito tintileando, me acomodo, pongo play y ya está, a disfrutar.

Inauguro una nueva sección de post: mis series favoritas y comienzo saludando con sombrero ajeno: un artículo genial sobre una de las mejores series de todos los tiempos. ¡Como no comenzar estos post con Lost! Todo un viaje en las estructuras narrativas.

Además este artículo es genial. Espero les guste y se animen.



El espectador de Lost es un cornudo feliz
En Espoiler hacemos un repaso de la mejor serie popular del siglo. Desde sus comienzos hasta el resurgir de su cuarta temporada.
HERNAN CASCIARI - 06 de marzo, 2008

A estas alturas, después de setenta capítulos devorados tres años, ya soy un experto en esperar que vuelva Lost. Ya no siento ese dolor punzante en las tripas, ni me muerdo las uñas. Y es que, en todo este tiempo, nuestra relación ha madurado mucho. ¡Ah, me acuerdo cuando acabó la primera temporada, qué desazón más grande!

Me quedé con los ojos como huevoduros, viendo cómo Jack y Locke abrían por fin la puerta secreta y la cámara bajaba hacia el negro más profundo. Y después nada: cuatro meses enteros de ansiedad, de conjeturas y abstinencia.

La primera temporada de Lost fue como el inicio de un noviazgo salvaje. Como esos amores a primera vista en donde sólo cabe pensar que la vida será siempre maravillosa y que nada, en todo el mundo, nos sacará del paraíso. Acción, suspenso, misterio… Pero entonces, un día cualquiera, ella, la mujer amada, nos dice: Corazón, tengo que irme cuatro meses a estudiar a Suiza, ¿me esperas? Y el mundo se viene abajo. Pero no el amor.

Y nos quedamos esas dieciséis semanas como estúpidos, pensando en el día exacto en que volveremos a sus brazos. La distancia, en vez de dar respuestas, nos llena de nuevas preguntas: ¿pensará ella en mí?, ¿qué hacía un oso polar en una isla del Pacífico?, ¿se habrá acostado con algún estudiante de intercambio?, ¿qué misterios esconderán Los Otros...? Intentamos distraernos, salir a la calle, ver a otras mujeres, pero nada tiene sentido sin sus besos. Vemos tres o cuatro episodios de CSI, coqueteamos con Grissom, pero nada es lo mismo si nos faltan los apodos de Sawyer. Nuestra cabeza está en otra parte, en la brisa de la isla, lejos, en un futuro que nunca había tardado tanto.

Y entonces, un día, suena el timbre y vemos el primer episodio de la segunda temporada. ¡Qué dicha más grande, cuántos abrazos! Volver a ver un nuevo episodio después de tanto tiempo es como tocar el cielo con las manos. Es tan grande la necesidad de Lost que no importa que las nuevas tramas no traigan consigo ni una sola respuesta a las viejas preguntas. Ni una. Como cuando regresa de Suiza la novia amada y no nos quiere contar qué ha hecho, con quién ha estado, si ha conocido a alguien. Y además llega con el pelo corto y fumando Lucky Strike. Mala cosa. Pero no nos importa, claro que no, mientras esté otra vez en casa, sana y salva. Le perdonamos el silencio porque la amamos.
La amamos tanto, y ella a nosotros, que un buen día decidimos vivir juntos, ser una pareja formal, y entonces comienza la rutina del amor. Descubrimos en ella algunos defectos: deja las ollas sucias sin remojar, abre nuevas incógnitas sin cerrar las anteriores, aprieta la pasta de dientes por adelante, aparece una imagen del gordo Hugo en un flashback de Sayid, no sabe cocinar un huevo frito, hace uso abusivo del humo negro… Pero no nos importa: estamos enamorados.

La segunda temporada de Lost es un matrimonio entre la serie y el espectador. El salvajismo del amor le ha dejado paso al disfrute de las pequeñas cosas, a la caricia velada y al café con leche por las mañanas de domingo. Ya sabemos que nada es tan perfecto en la pareja, que hay muchos flashbacks que no tienen sentido aparente, que hay roces y gestos desganados...
Pero nadie nos quita del sofá los jueves por la noche. Estamos cómodos en casa, es bueno sentir el calor del otro cuerpo, aunque no nos creamos que Walt haya crecido tanto. Somos una pareja estable.

Y entonces ocurre la primera crisis. Al final de la segunda temporada, justo cuando Los Otros atrapan a cuatro de nuestros mejores náufragos, ella nos dice: Necesito espacio, me voy a casa de mamá unos meses para pensar mejor... Y otra vez nos deja solos en casa, sin entender que va a pasar con nuestras vidas, ni tampoco a dónde se ha ido Michael en ese barco tan pequeño.
Pero nosotros ya no somos aquel novio primerizo que no sabe qué hacer sin el amor de su vida. En este segundo impás nos sentimos vivos, andamos en calzoncillos por toda la casa, disfrutamos la soltería... Y un día conocemos a Heroes (la abstinencia absoluta es difícil) y le ponemos los cuernos a Lost mientras está ausente. Heroes es una serie intensa, hay gente que vuela, señoritas que se caen de los puentes y no se hacen nada, policías telepáticos, japoneses simpatiquísimos. Heroes es una adolescente con ganas de experimentar en la cama. Aprendemos con ella cosas nuevas, nos sentimos inmortales. Tenemos una amante más joven, ¡ah!, qué maravilla es la vida, qué fabulosa la televisión yanqui.

Pero una tarde de domingo, mientras estamos con Heroes en la cama, justo en medio del clímax, nos equivocamos de nombre y le decimos Lost. “Ah, sí, sí, Lost, un poquito más abajo, ahí, en la escotilla”. Y Heroes se pone como loca, se levanta de la cama y se va dando un portazo. Mucho no nos importa, porque desde el episodio once se estaba poniendo bastante pelotuda, con muchas explosiones y tramas cruzadas que no iban a ninguna parte.

Como por arte de magia, a la semana siguiente vuelve a casa Lost y sólo al verla, no antes, justo cuando aparecen en pantalla las primeras escenas, descubrimos cuánto la habíamos echado de menos.

La tercera temporada de Lost es la esencia del amor de pareja. Ha quedado tan lejos el oso polar, las primeras incógnitas, los subidones de adrenalina, la falta de respuestas… Todo es tan lejano y a la vez está allí, sin condiciones. La tercera temporada es una mujer madura que ya ha vivido todas las vidas y ha regresado a nosotros por elección final, por voluntad superior.

Las historias son más pequeñas y nos devuelven los sueños. Y esta vez sabemos, además, que nada es para siempre.

El último abandono no duró tres o cuatro meses, como los anteriores. Esta vez fue casi un año entero sin un nuevo episodio de Lost. Pero como dije, ya soy un experto en esperar que vuelva. Cuando me siento triste miro capítulos viejos y recuerdo los antiguos besos, las primeras caricias; o entro a los foros de Internet para escuchar a otros hacer conjeturas. Que todos están muertos y la isla es El Limbo, que se trata de un universo paralelo y el avión no cayó en este mundo, que la isla es una segunda oportunidad para seres desdichados. Que Hugo es Dios. ¡Cuántas cosas se dicen por ahí, y qué poco me importa!

Ahora que ya ha comenzado la cuarta temporada, yo estoy muy tranquilo. Sí, es verdad, he mandado las sábanas a la tintorería para que huelan mejor, y compré vajilla moderna para el desayuno, y estuve haciendo un poco de ejercicio para que, cuando ella llegue, no me vea descuidado. Pero no estoy ansioso. Ni siquiera le he preguntado a dónde ha ido en estos meses, ni por qué se mueve tanto la cabaña de Jacob, ni cuánto tiempo piensa quedarse esta vez en casa. No. No haré preguntas. Ella, a cambio de mi ingenuidad, a veces me regala polvos monumentales como el del viernes pasado.

La cuarta temporada de Lost es el amor puro entre una historia y su espectador, ese mismo amor fundamental que se explica en el Nuevo Testamento y al que muy pocas almas pueden acceder. Es el amor que todo lo sufre, que todo lo cree, que todo lo espera, y que todo lo soporta. Como el amor de Penélope y Desmond. Yo creo en Lost cuando me dice la verdad, pero también amo a Lost cuando me miente. Y cada vez que se va de casa sin decir nada, soporto su ausencia como un hombre. Y cuando vuelve, como ha regresado ahora por cuarta vez, abro el mejor champán y espero, a oscuras, que entre a casa y me engañe de nuevo.

viernes, 4 de abril de 2008

Toda una historia de amor tipo Bollywood

Esta columna se publicó en el Grupo Reforma el día de hoy y es una muy amena anécdota sobre el amor, las casualidades y la globalización, se las recomiendo ampliamente. Villoro: eres un maestrazo.



Romance en la India Por Juan Villoro

"No soy Devadip, pero soy de Autlán". La frase resultó suficientemente rara para que Bety escuchara lo que seguía: Devadip era el nombre espiritual de Carlos Santana, oriundo de Autlán, Jalisco

La globalización produce cambios de identidad que afectan la forma en que la gente se enamora. Acabo de compartir un tren con un pasajero que me contó un romance digno de estos tiempos.

Viajamos de Barcelona a Alicante. A unos asientos de nosotros un perturbado gritaba por celular dramas agropecuarios. Mi vecino y yo entablamos conversación para contrarrestar la cháchara donde estallaban palabras como "porcino" y "fiambre", referidas a un comerciante de la competencia.

Resultó que el viajero de junto y yo éramos mexicanos, y sobrevino esa complicidad que sólo ocurre lejos de la patria. El paisano (a quien llamaré Edgar) me confió algo que en México hubiera ameritado 10 tequilas: estaba muy enamorado. No es común que alguien del país de José Alfredo se abra ese modo, al menos no antes de describir los atributos rigurosamente externos de su amada. Sorprendido por ese brote de interioridad, le pedí el cuento completo.

"Soy de Autlán, Jalisco", informó. Su origen tenía que ver con lo que había pasado, pero yo tardaría en saberlo. Como Edgar no acostumbra contar historias, saltó de modo abrupto al presente, donde ofrece "ventanas de oportunidades". Para alguien ajeno a la economía, ciertas expresiones suenan esotéricas. No le pedí que se explayara porque temí que tuviera la amabilidad de responderme. Me bastó saber que operaba en una zona elevada de las finanzas, donde hay ventanas por las que unos se suicidan y otras (las de oportunidades) que se abren a paisajes increíbles.

Aunque la mayoría de las transferencias se hacen por computadora, los diplomáticos del dinero recorren el mundo para garantizar la parte humana de las transacciones.

Edgar parecía suficientemente afable para poner buena cara ante un desfalco. No era extraño que tuviera éxito en su giro de trabajo, que yo aventuro como un incierto sistema de creencias donde los dioses se devalúan y cambian de divisa.

Por fin me contó de su flechazo, que de acuerdo con los tiempos fue telefónico. Edgar llamó a una aerolínea para reservar un boleto y una voz fantástica se presentó como Nancy. Luego de los trámites de rigor, él se animó a preguntar otras cosas. Nancy era de Florida y vivía a unas cuantas millas de la universidad donde Edgar estudió finanzas y cortejó a una porrista del equipo de futbol americano. Hablaron de la región y sus mosquitos. Edgar colgó con la sensación de haber perdido la oportunidad de su vida.

Pero la rueda del cosmos se movió en su favor. En la siguiente ocasión en que reservó un boleto fue atendido por Nancy. La señal de la diosa Fortuna era tan clara que él se animó a hablar hasta de los pantanos de Florida. Iniciaron así una relación telefónica que subió de intensidad hasta que, varios meses después, llegó una amarga revelación: Nancy no era una nueva versión de la porrista que él codició en sus tiempos universitarios. Se llamaba Kali y vivía en la India. La empresa le había asignado una falsa identidad para que los clientes se sintieran tratados por una típica estadounidense. Había recibido un curso para pulir su acento y datos para hablar de Florida como una lugareña. Ganaba un sueldo de hambre y no había salido de la India. "Lo siento", dijo en forma desoladora.

Según me explicó Edgar, cada vez es más común que los negocios estén deslocalizados. Al hablar a una empresa con sede en Europa, responde alguien desde un país del tercer mundo. Sin embargo, el cliente debe sentir que es atendido en Londres o Nueva York. Edgar se avergonzó de haberse enamorado de un prejuicio, pero no pudo traicionar sus emociones. A pesar de su nombre de diosa, Kali no era para él.

Curiosamente, esa experiencia lo llevó a un curso de meditación, clases de yoga y una dieta rica en yogures y tés aromáticos.

Estaba parado de cabeza cuando una mujer le habló con voz de sítara: "¡Devadip!". Aún en su posición invertida, Edgar juzgó que aquella mujer era bellísima. Se incorporó pero no tuvo tiempo de presentarse. "Devadip, soy yo. ¿Tú eres Bety?", dijo un pelirrojo. La chica, en efecto, era Bety y puso la cara de quien encuentra una molestia materialista entre las alfombras del espíritu.

El pelirrojo era un gurú telefónico. La mejor amiga de Bety le había recomendado una hotline donde sale baratísimo perder el karma negativo. Durante meses, Bety recibió acertados consejos de Devadip. Llegó un momento en que quiso conocer al hombre que la había llevado a un plano superior. En forma apropiada, él la citó en un centro donde impartía un curso de arte tántrico. Al entrar, ella vio a un apuesto indio de cabeza. Ese elástico espécimen no era su anhelado gurú sino Edgar, el ejecutivo que abre ventanas de oportunidades.

Bety odió que el maestro que le respondía por teléfono con acento del Punjab fuera un pelirrojo de la colonia Narvarte. Salió de ahí sin creer en la reencarnación.

Edgar la siguió a la salida, donde tuvo una inspiración cósmica: "No soy Devadip, pero soy de Autlán". La frase resultó suficientemente rara para que Bety escuchara lo que seguía: Devadip era el nombre espiritual de Carlos Santana, oriundo de Autlán, Jalisco.

Edgar se decepcionó de que su amada fuera de la India y Bety se decepcionó de que su amado no fuera de la India. El destino no siempre es ortodoxo: ellos estaban predestinados.

Vi a mi compañero de asiento. Con una camisa naranja parecería un actor de Bombay. Me mostró una foto de Bety: la perfecta Miss Florida.

En un mundo ideal, el pelirrojo habría viajado a la India para casarse con Kali, pero la cuota de sufrimiento es enorme y ellos sólo sabrán que están predestinados si leen este relato.

El hombre de las crisis porcinas se había dormido. La vida parecía agradable.

"¿Has leído el Rig Veda?", me preguntó Edgar.

"¿Es una ventana de oportunidades?", pregunté.

Edgar sonrió como un gurú globalizado: "puedes salir de la realidad, pero no de la India".

jueves, 3 de abril de 2008

¡Oiiiiiii nomás!


Afirman que el buen sexo es rápido
Los resultados del estudio, realizado en Estados Unidos y Canadá podrán evitar decepciones y disfunciones sexuales
Por Grupo Reforma
Ciudad de México (2 abril 2008).- Al contrario de lo que se piensa, o de lo que se fantasea, un acto sexual satisfactorio para una pareja debe durar entre 3 y 13 minutos, sostiene una investigación realizada en Estados Unidos.

Un grupo de científicos de la Universidad de Penn State, en Pensilvania, hicieron una encuesta con miembros estadounidenses y canadienses de la Sociedad de Investigación y Terapia Sexual. Los resultados se publicaron en el Journal of Sexual Medicine (Revista de Medicina Sexual), reporta el sitio electrónico de la BBC.

Los participantes incluían psicólogos, médicos, trabajadores sociales, terapeutas familiares y matrimoniales y enfermeras que habían recogido datos de miles de pacientes durante varias décadas.

Se preguntó a los encuestados el promedio de tiempo que debe durar un acto sexual, desde la penetración del pene a la vagina hasta la eyaculación.

Y se les pidió calificar lo que consideraban "adecuado", "deseable", "demasiado corto", o "demasiado largo".

La encuesta mostró que un acto sexual "adecuado" duraba de 3 a 7 minutos, uno "deseable" de 7 a 13 minutos, uno "demasiado corto" de 1 a 2 minutos y uno "demasiado largo" de 10 a 30 minutos.

"La interpretación de un hombre o una mujer de su funcionamiento sexual y el de su pareja está fundada en creencias personales basadas en parte en los mensajes de la sociedad" afirman los investigadores. Desafortunadamente la cultura popular actual refuerza muchos estereotipos sobre la actividad sexual", explican las conclusiones.

"Y muchos hombres y mujeres parecen creer en la fantasía del acto sexual que dura toda la noche", agregan los autores, quienes intentan "disipar dichas fantasías y alentar a hombres y mujeres con datos reales sobre lo que es un acto sexual aceptable". De esta forma, afirman, se podrán evitar decepciones y disfunciones sexuales.

Los expertos subrayan que estos resultados también tienen implicaciones para el tratamiento de la gente que padece problemas sexuales.

Muchas personas que están preocupadas porque creen que no pueden alcanzar la duración "ideal" de un acto sexual quizás piensan que padecen algún trastorno físico.

Pero tal como lo demuestra este estudio, es probable que estas personas se beneficien más recibiendo una terapia psicológica que tomando medicinas para lograr una ejecución sexual que se ajuste a ese "ideal".

PD: Pos lo prefiero malecho-rendidor

lunes, 31 de marzo de 2008

Sucede hasta en las mejores familias

Lo que leerán ustedes a continuación representa para los lectores una extraordinaria cachetada con guante blanco y para los implicados, el encuere trágico del plagio, si ya es muy malo que un periodista se fusile los contenidos sin dar los respectivos créditos, peor es que lo agarren en la matada y le pongan tremenda exhibida cuyo morbo ve aumentado el respetable si la acusada es famosa.

El señor Hernán Casciari es un estupendo crítico de televisión a quien acabo de conocer por medio de sus escritos en El País y cuyo blog Espoiler, es simplemente maravilloso para quienes somos adictos a las series de buena manufactura, que son como nuestras telenovelas y que vemos con la misma devoción como lo hacían o hacen nuestras madres, sólo que sin tejer y sin chillar (a veces).

Un día, a Chuck Palahniuk, autor del Club de la Pelea, y que es uno de los autores más bizarros y adictivos de la actualidad, lo pusieron como lazo de cochino al criticarle un libro con muy, pero muy mala leche. Tanto lo han de haber hecho enojar que contestó a su crítica, le dijo que le encantaría leer su más reciente libro, lástima que ella no escribiera novelas, y que recordara que en su tiempo hubo otros críticos que se perdieron en el anonimato, que ningunearon a autores como Fitzgerald. A mí me pareció una exageración y por supuesto que Palahniuk no es ni remotamente comparable al autor del Gran Gatsby, pero cuando me encontré este post de Casciari, recordé que todo lo que escribimos queda apuntado en alguna parte y tarde o temprano a alguien se le va a regresar la pedrada, ya sea como parodia o como apunte intelectual.

Esto para mi, es una lección de periodismo... La gran pregunta es si la reconocida Rosa Montero no hizo lo que hizo de manera irónica. Si es así, faltó por lo menos dar créditos. ¿homenaje o ventilada a la familia?




La abuelita de Rosa Montero

Ayer apareció, en la contraportada de El País, un texto de Rosa Montero en el que la escritora arremete contra la serie Dexter. ¡Blasfema!

Ayer apareció, en la contraportada de este periódico, un texto de Rosa Montero llamado "Sadismo", en el que la escritora arremete contra la serie de televisión Dexter, culpándola, entre otras cosas, de provocar la agresividad y el sadismo gratuito entre los grandes y los chicos.

La escritora escribe con soltura sobre una obra de ficción de la que, confiesa, sólo ha visto unos minutos porque le resultó "repugnante". Pero no quiero seguir explicando sus palabras, es imprescindible la lectura completa del texto, que no tiene desperdicio:

Sadismo

por Rosa Montero
(El País, 11 de diciembre de 2007)

Llega una nueva serie de televisión que ya estaba en el cable. Rizando el rizo de la venta al por mayor de la violencia, el protagonista es un psicópata encantador, un sádico simpático que busca la complicidad del espectador.

Para endulzar la despampanante orgía de sangre, atrocidades perversas y refinada saña, este agradable asesino en serie sólo mata a los malos, es decir, a aquellos que a su vez son asesinos. Por cierto que no acaba con ellos por hacer justicia, sino porque disfruta haciendo sufrir. Ya digo que es un sádico. No pude terminar de ver ni siquiera un capítulo, así de repugnante es el producto.

Según un informe del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, los niños españoles pasan frente al televisor 930 horas al año, por 900 que están en el colegio. Cada hora ven entre cinco y diez actos violentos, y está demostrado que cuanta más violencia televisiva han visto, más agresivos son a los dieciocho. Se me ocurre que este nuevo carnicero dejará su huella en grandes y chicos.

En los años setenta, las películas que ofrecían dosis masivas de violencia bajo la tenue justificación de un justiciero solitario que mataba malos, como Harry el Sucio, eran consideradas reaccionarias. Hoy, en cambio, se diría que el sadismo está de moda, con el agravante de que ahora las carnicerías son infinitamente más perversas y realistas. Hoy Quentin Tarantino saca en primer plano cómo torturan a un tipo rebanándole la oreja lentamente y a todos los modernos les parece la bomba. Y lo mismo sucede con este nuevo héroe televisivo cruel y morboso: qué guay, un matarife psicopático. Diversión a tope.

Explotar el sadismo para obtener más share se considera de lo más normal, forma parte de ese fofo "vale todo" en el que vivimos. A mí, sin embargo, me repele: debo ser una antigua.

Mi idea inicial fue debatir, en estas páginas, la enorme cantidad de boludeces que escribe Rosa Montero en su columna, pero sin embargo me llegó, a tiempo, un documento que la exonera de toda culpa. El problema de Rosa Montero no es su incapacidad de comprender la ficción televisiva.

Ella no es, como el resto de los intelectuales quisquillosos, una especie culta que desprecia toda la tele sin excepción. No es de las que pueden hacer una crítica certera viendo sólo cinco minutos de una obra. No. Lo que tiene Rosa (casi igual que Dexter Morgan) es un problema con su pasado.

Publico aquí, en exclusiva, una columna aparecida el 11 de diciembre de 1917 en el periódico La Vanguardia. La escribe Rosa Montero, la abuelita de la actual Rosa Montero.

Sadismo

por Rosa Montero
(La Vanguardia, 11 de diciembre de 1917)

Llega un nuevo folletín a mi biblioteca, que fue publicado en doce episodios por la revista rusa El Mensajero, hace ya cuarenta años, con el nombre de Преступление и наказание (aquí, creo, la llamarán Crimen y Castigo y aparecerá en forma de libro a principios de marzo de 1918). Rizando el rizo de la venta al por mayor de la violencia, el protagonista es un muchacho encantador, un asesino sádico la mar de simpático, llamado Raskolnikov, que busca la complicidad del lector. Una complicidad inaceptable.

Para endulzar la orgía de muertes, atrocidades perversas y refinada saña, este agradable asesino sólo mata ancianas, es decir, seres desvalidos que no le hacen mal a nadie. Por cierto que no acaba con ellas para hacer justicia, sino porque desea saber si es posible matar sin razón, sin dejar huella, y cometer de este modo el crimen perfecto. ¡Ya digo, es un sádico! No pude terminar de leer ni siquiera las primeras páginas, así de repugnante es el libro.

Según un informe del Centro Reina Victoria para el Estudio de la Violencia, los niños y jóvenes españoles consumen esta mal llamada 'nueva literatura' unas 930 horas al año, por 900 que están en el colegio. Cada hora son cómplices de entre cinco y diez escenas literarias violentas, y está demostrado que cuanta más violencia han leído, más agresivos son a los veintidós años. Se me ocurre que este nuevo asesino ruso dejará su huella en grandes y pequeños.

En 1840 apareció un libro que ofrecía dosis masivas de violencia bajo la tenue justificación de un gorila solitario que mataba gente. La novelita se llamó Los Crímenes de la calle Morgue, del ya olvidado escritorcito borracho Allan Poe, y fue considerada por mi madre (columnista de opinión también) una obra espantosa. Hoy, en cambio, se diría que el sadismo está de moda, con el agravante de que ahora los asesinatos no son ejecutados por primates, ni por chimpancés, sino por supuestos hombres decentes como el impresentable Raskolnikov.

En la actualidad de este flamante siglo XX, Howard P. Lovecraft ha escrito sin escrúpulos el asqueroso libro El caso de Charles Dexter Ward, la historia de un hombre degradado física y psicológicamente por su familia, que acaba (¡cómo no!) provocando un baño de sangre. Y lo mismo sucede con este flamante héroe ruso del tal Dostoyevski, este funcionario cruel y morboso llamado Raskolnikov: qué alegría, un soviético psicopáta. Diversión a troche y moche.

Explotar el sadismo para obtener más ventas literarias se considera de lo más normal, forma parte de ese fofo vale todo en el que vivimos en este nuevo siglo XX tan extraño. A mí, sin embargo, me repele: debo ser demasiado moderna.

Ojalá un día llegue la famosa televisión y se acaben todas estas porquerías literarias.

sábado, 9 de febrero de 2008

¿Se acuerdan del Nintendo?

Los que ahora somos treintañeros recordamos las divertidas que nos pegábamos jugando con una consola que por esos años ofrecía unos gráficos increíbles, el Nintendo era la onda, aunque ahora su resolución parezca de dibujos hechos en kínder en comparación con las nuevas ofertas de videojuegos.

El Donkey Kong era uno de los clásicazos. El chiste era brincar barriles para rescatar a una mona de las manos de chico changote. Este hilarante video muestra como no es tan fácil hacerlo en realidad y que las dotes atléticas del chaparrito bigotón, Mario, eran poco valoradas. Que se diviertan.

viernes, 25 de enero de 2008

¡Ay el niñito Jesús!

Pos que me lanzo a Sayula a verificar la aparición del rostro del niño Jesús en la superficie de un colchón de hule espuma.

¿Será que ha sucedido un milagro y el mismísimo hijo del Padre muestra que sí existe y llegó antes que la recesión mundial que más vale que nos agarre confesados?
¿Será que a un chiquillo le dieron de tomar mucho jugo de betabel y le dio frío levantarse al baño?

Lo menos cuestionable de todo el asunto es la devoción de los creyentes. ¡Qué diera yo por tener la capacidad de creer en algo así nomás, por la puritita fe!

Con ustedes, el Niño del Colchón.


Atrae a creyentes Niño del Colchón

Por José Alonso Torres

La fe se puede reflejar en cualquier objeto doméstico.

Si se ha reportado la aparición de imágenes religiosas en ventanas, hornos de microondas y hasta rebanadas de pan, el que un Niño Dios surja en la superficie de un colchón no desentona con la tradición.

Y es precisamente en un rectángulo de hule espuma de dos metros de largo donde de un día para otro, de acuerdo con la dueña de la cama, apareció el ahora venerado Niño del Colchón, en Sayula.

Lo que para las autoridades eclesiásticas no tiene nada de divino, para las decenas de católicos que día con día visitan la casa de María Magdalena de la Rosa García, es el milagro de la representación del rostro de Jesucristo, versión infantil y color tinto, que apareció no sólo para ser venerado, sino también conceder favores.

En las caras de las personas que llegan para ver la imagen se denota que su devoción es a prueba de malas intenciones. Los ojos brillan y los labios susurran peticiones y oraciones mientras tocan con sus manos el cristal que protege ahora al colchón.

Como si la fe no reconociera el derecho de la propiedad privada, los fieles comenzaron a llevarse pedacitos de hule espuma para atesorarlos como reliquias. Así que un devoto pagó la estructura que protege ahora el rostro del Niño Dios.

La historia comenzó a finales del 2006 cuando María Magdalena recostó una figura de un Niño Dios sobre una cama pues no tenía donde guardarla al recoger el nacimiento.

Días después, el 10 de enero del 2007,al buscar unos zapatos bajo la cama, la ama de casa levantó el colchón y se dio cuenta de que del lado interior aparecía la cara de un niño, a la que de inmediato identificó como la de Jesús.

Al contar su historia, María Magdalena fue objeto de las burlas de algunos vecinos, pero otros, curiosos, acudieron a ver la imagen.

"No me importa que me critiquen, yo sí le tengo fe y como ve usted, las personas que vienen a puños también, y no es cierto que hago negocio, ¿a poco usted me ve muy rica?", dice desafiante la descubridora de la imagen.


A las pocas semanas, empezaron a llegar peregrinos de ciudades cercanas, como Ciudad Guzmán e incluso de otros estados, como Michoacán o Guanajuato. Desde entonces los fines de semana la Calle Zaragoza se convierte en zona de procesiones y cánticos.

El Niño del Colchón recibe peticiones y agradecimientos de todo tipo, ya hasta tiene su propio corrido y estampitas con su foto.

Algunos sacerdotes descartan el milagro, otros van y le rezan rosarios, el Niño del Colchón divide opiniones, pero su culto sigue creciendo.

Cuestiona Iglesia apariciones

Para la Iglesia católica, el que la gente quiera ver en cualquier mancha u objeto la imagen de la Virgen o de Jesucristo es el reflejo por fortalecer su fe en algo, pero desaprueba y se muestra incrédula ante dichas manifestaciones.

Antonio Gutiérrez, vocero del Arzobispado de Guadalajara, llamó a los católicos a no venerar manchas o imágenes que no tienen nada de milagrosas, como el Niño del Colchón.

"Imagínate, ¿de cuántas cosas no puede mancharse un colchón, esa aparición es una aberración, es un insulto a la inteligencia", comentó.

Pero una cosa es lo que digan las autoridades de la Iglesia y otra es lo que les van a hacer caso los creyentes. como Teresa Villaseñor Jiménez, que cada 15 días va a visitar a la imagen para pedirle que le ayude a curarse de la esclerosis múltiple que la aqueja.

"Allá cada quien, que crea quien quiera, a mí me está ayudando y yo sé que esta imagen es un milagro, vea nomás qué clarita se ve", señaló Villaseñor Jiménez.