Creo que los críticos de cine terminan muchas veces convirtiéndose en alguno de los clichés que tanto cuestionan en su trabajo, de hecho, cuando estaba más chavo me cuestionaba el por qué que los analistas de cine escriben como si siempre estuvieran enojados, leerlos a veces era la misma sensación que ver una película junto a uno de mis profesores regañones de la secundaria.
Luego se da uno cuenta de que hay de todo como en botica y que las reseñas son como las llamadas a misa: les hace uno caso cuando quiere. Tengo amigos que sufren en silencio cuando les gusta una película que el crítico en turno acaba de destazar cual puerco en restaurante de carnitas en Tepatitlán.
Yo agarré mis propias manías, si hay en puerta una película a la que le tengo muchas ganas no leo las reseñas hasta después de haberla visto para ver qué tanto estuvimos de acuerdo. Lo sé, es una burrada, pero igual disfruto hacerlo.
A Ernesto Diezmartínez lo conocí gracias a una amiga en común, Dinora Recio, que me lo presentó en un Festival de Cine en Guadalajara, y el tipo me cayó muy bien, sobre todo por esa actitud desenfadada que contrasta con la pontificia imagen que hacen de sí algunos especialistas. Luego de unas cervezas caí en la cuenta de que los mejores críticos son aquellas personas con las cuales puedes conversar a gusto de asuntos varios sin que nadie la haga de tos o se sienta incómodo.
No siempre estoy de acuerdo con sus conclusiones o recomendaciones, pero bueno, eso es lo interesante de lo que vale la pena: convertir el arte en un tema de discusión.
Pues acabo de descubrir el blog del citado crítico, Cinevértigo es un muy recomendable espacio en el ciberespacio para los amantes y los aficionados del cine (bueno o malo ¿qué diablos importa) donde se habla con muy buen humor de la pantalla grande sin dejar a un lado el profesionalismo.
Les recomiendo que lo visiten, además con un plus: los comentarios del buen Diezmartínez y sus cuatachos y lectores son tan buenos y divertidos como los mismos posts. Es más, si los guionistas mexicanos tuvieran el mismo ingenio y la chispa que a veces despliegan el mismo autor y sus secuaces, no tendríamos tantos churros mexicanos malgastando dinero en este país.
Ya me hice fanss de ese blog, se los recomiendo.
2 comentarios:
Gracias Alonso por el tip. Yo mismo me considero un "pseudo-intentode-amateur" crítico de cine, pero me doy cuenta de que si me pongo a analizar una película de todo a todo, le encuentro fregadera y media que no me gustó y acabo perdiendo mucho del sabor que pude obtener si la veo sin tanta mamada. Así que propongo la existencia de una nueva especie: el crítico feliz. O sea, ver películas para buscarle lo bueno -todas deben tener algo así- o de plano no criticarlas a menos que se pueda vivir de eso. Si ni dinero saco de criticarlas... ¡la amargura es de a gratis!
P.D. Un solo pero con el sitio del buen Diezmartínez... ¡cada que le doy click me sale una pinche página de Mercado Libre! Es cagante pero me aguanto.
Es buena tu idea eso del crítico feliz, pero desafortunadamente creo que quedará en utopía. Sería como encontrar un político decente, un burócrata que llegue a trabajar temprano los lunes, un torero afiliado a Greenpeace o un arandense que nunca haya bailado una canción de banda en las fiestas de enero.
Pero, la lucha se le hace, creeme que el buen Ernesto no es nada amargado, me cae bien porque le echa carrilla a las películas que no le gustan. Pero tienes razó, las amarguras luego son de gratis, ayer me fui a ver la nueva de Jim Carrey y pasaron dos cosas: me rei, y no eché pleito con mi acompañante.
Cervezas Duff pendientes.
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