La entrada suena como a frase de Ned Flanders, pero en realidad es un reflejo sutil de lo que pueden expresar una bola de chavitos que le pegan al rock con una energía que ya quisieran varias bandas en su apogeo.
Al escribir sobre The Langley School Project recordé otro par de ejemplos de niños tocando rock como Dios manda; si bien el sesudo Cristian Zermeño hizo el comentario en dicho post, de que no deja de ser algo creepy el ver a chavitos haciendo cosas de “grandes” tanto Gauchos de Acero como los estudiantes de la Paul Green School of Rock, demuestran que además de tener talento, hay que tener el escroto o los ovarios bien puestos para meterle sentimiento a la música.
Vamos al primer caso: Gauchos de Acero, una banda argentina compuesta por tres hermanos que crecieron al ritmo del Heavy Metal y que cambiaron los cochecitos y los monitos de Star Wars por guitarras y demás artilugios del chamuco, ¿el resultado?, una bandota en miniatura que vomitan rock con mala pronunciación, pero riffs demoledores. Se hicieron famosos en San YouTube y su ya conocida trayectoria es contada espléndidamente por Etiqueta Negra. Tanto revuelo causaron que un día el mismísimo Bruce Dickinson, vocalista de Iron Maiden quiso conocerlos y hasta se aventó un palomazo con ellos. A continuación, la versión casera de The Trooper, con una potencia capaz de alborotar cualquier gallinero a dos cuadras a la redonda.
El segundo caso no es menos sabrosón. Tuve la fortuna de ver en vivo durante el verano pasado en Lollapalooza a los alumnos aventajados de The Paul Green School of Rock, institución formada antes de que apareciera la película con Jack Black. Estos chavos, but of course, son menos fresas que los que aparecen en dicho filme y se aventaron una cabronsísima versión de Hot for Teacher, el clásico de Van Halen, cuyo video despertó la calenturienta imaginación de varios de nosotros hace ya lejanos ayeres.
El vocalista tiene 12 años, las dos guitarristas puntean la lira con una destreza que despierta la ira y la envidia machista y aquí les paso un video que aunque sólo muestra matices de cómo lo escuchamos en realidad, deja en claro que el rock no es un asunto de edad, sino de huevos y ¡cómo carajos no!, actitud.
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