¿Estás seguro, era Él?, pregunté.
La noticia me llegó a mediodía, cuando me encontraba enfrascado en pleno Consejo de Rectores de la UdeG: escenario de un nuevo pleitazo entre funcionarios.
Universitarios correteados por reporteros en pos de la nota exigida por sus jefes o de una explicación para los trabalenguas jurídicos y burocráticos con que se enfrascaban en larguísimas discusiones, choferes de directivos bostezando y apachurrados en los sillones de la Rectoría, asesores con la Blueberry ardiendo de mandar correos con información urgente para sus patrones, yo con un Red Bull a medio consumir en una mano y un celular que no deja de sonar en la otra. Cuando me avisaron, la verdad ni supe cómo reaccionar.
Más tarde, mientras en la mesa los funcionarios se mandaban elegante e institucionalmente a la chingada, recordé cuando conocí al Benchis, uno de los chilangos más a toda madre que me ha tocado conocer.
Fue hace más o menos 20 años; fue de vacaciones a Arandas y nos presentó un amigo en común. De pelo chino y con un largo mechón que le cubría el rostro, moda muy a la The Cure, comenzamos a platicar de música. De porte altanero pero trato gentil, inmediatamente me cayó bien.
Nos la pasábamos ahora sí que bien chido, inmediatamente comenzamos el intercambio de música: esos grupos y cantantes que nadie escuchaba en el pueblo y cuyos casettes escuchábamos una y otra vez mientras dábamos la vuelta en coche cotorreando con las muchachas guapas que nos gustaban. Él se regresaba al defectuoso y volvía el siguiente periodo vacacional cargado de nueva música pa presumirme.
“¿Qué onda guey? Mira manito, traje un disco de un grupo español que se llama Héroes del Silencio que tocan bien cabrón”, me dijo un día mientras ponía Flor venenosa. Cuando le dije que volviera a poner la rola me contestó: “Psss, ¿qué pasó?, aguante vara que te voy a volar tu cabecita con esta otra bandita.
Traía un casette nuevo, todavía con olor a celofán: Carved in Sand, de los británicos The Mission UK. Escuchamos el lado A y me regaló la grabación.
Se fue a vivir a Arandas unos años después; su hermano Richard había sido acribillado a balazos y sus papás decidieron dejar de una vez por todas la inseguridad de la capital. Se casó y después de andar de aquí para allá hasta que terminó trabajando de policía.
En aquel entonces yo trabajaba en un nuevo periódico promovido por su cuñado, Libre Expresión. Se desvelaba con la banda los días de cierre y ayudaba en lo que podía, soñábamos con hacer un semanario influyente y crítico, salpicábamos de sazón la redacción escuchando los viejos discos de Peter Murphy.
El periodiquito tronó como chinampina y salí de mi pueblo en busca de nuevas oportunidades. El entró a las fuerzas del (des)orden y hasta fue promovido como comandante segundo del grupo de Fuerzas Especiales, poco a poco le perdí la pista, a veces me llegaban historias y rumores sobre él, pero conmigo siempre fue un tipazo. Se alegró mucho cuando entré a trabajar a Mural y me alentaba a seguir adelante en el periodismo.
Una noche, estaba yo en una calle solitaria en Arandas, mi novia y yo discutíamos en su coche y llegó en una patrulla, pero cuando vio que éramos nosotros y que estábamos peleando se alejó después de saludarnos. Tiempo después, cuando mi chava y yo tronamos con más estridencia que el periódico que fundamos juntos, me buscó, dijo que lamentaba lo que había sucedido porque nos quería mucho, pero que éramos buenas personas y merecíamos que nos fuera bien en la vida. “Ustedes siempre van a ser mis amigos, pase lo que pase”, me comentó. No le preguntaba en qué andaba y él tampoco me lo decía.
Hace un par de meses pasó a lo lejos, iba en un automóvil y nos saludamos a la distancia, fue la última vez que lo vi.
El Benchis fue emboscado ayer junto con otro policía. Fueron masacrados a tiros, no conozco más detalles, no me importan. Sé que se dirán muchas cosas sobre él, tampoco me importan. Mi amigo está muerto.
Hoy recuerdo mi canción favorita del disco que un día me regaló: “Deliverance”, me clavo en la letra y se me pone chinita la piel. Busco en la red la versión en vivo de esa rola que en algún momento prometimos que cantaríamos en un concierto de la banda, la canto con nostalgia y enjundia.
Brindo porque esta canción te llegue a la tierra de nadie donde estás y a donde algún día viajaremos todos, esta rolita va por ti.
Believe in magic believe in lore legend and myth
And the hand that guides in the cunning if hope in the weaving of dreams
And the lady of the lake takes my hand and leads me
To the holy isle and the fairy rings and the circles of stone
Forever and again
Give me, give me, give me, deliverance
Brother, sister, give me, give me
Deliverance, deliver me
Surrender to the wisdom of age and the spirits of time
Remember our souls entwined for eternity
And the healing hand of the fairy queen will come to all who have faith in her
And the apple tree will bear it's fruit in the gardens of Avalon
Forever and again
Give me, give me, give me deliverance
Brother, sister, give me, give me
Deliverance, deliver me
Give me, give me, give me, deliverance
Brother, sister, give me, give me
Deliverance, deliver me
Let me sleep for awhile and dream of Avalon and the Beltane fires
And a silent kiss steals away into the mist and out to the lake
Where the sword will rise again from the water into the
Hands of the chosen one the righteous one
Forever and again
Give me, give me, give me, deliverance
Brother, sister, give me, give me
Deliverance, deliver me
Give me, give me, give me, deliverance
Brother, sister, give me, give me
Deliverance, deliver me
PD: La foto la tomé en la Cordillera de Los Andes, un lugar donde un día sentí la paz que ahora deseo para quienes han adelantado el camino.
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