De momento debí suponer que no querían precisamente mi autógrafo cuando me preguntaron a qué me dedicaba, hasta gusto me dio. Empecé a sospechar que algo estaba un poco extraño cuando el oficial de inmigración dijo Mjjj.
Pase usted por aquiiiii pourrrrr favourrrrr, dijo, haber un Little proublema.
Nomás a mí me podía pasar que tuviera un homónimo delincuente buscado por el FBI.
Chingao.
Después de media hora concluyeron que yo no era el tipo moreno de abundante cabellera y bigote zapatista con camisas Versace de hilo de oro y un gallito con diamantes colgando del cuello y de botas de avestruz, así que salí destapado al otro avión que me llevaría a Washington, cuna del original american dream antes de bushes y buches de enfado por guerras inútiles, metichismos invasores y políticas provocadoras de crisis.
Hotel sede (Marriott Wardman Park)
La ciudad capital del Imperio (contraataca) en verdad es bellísima, he llegado en la parte del otoño que estimula a poetas callejeros. El follaje de los árboles pasa de los tonos verdes a los dorados, como granos de café tostados lentamente. La cabellera de miles de hojas brilla con el rocío de la mañana como un puñado de hojuelas decoradas con cucharadas de miel. Sublime, sobre todo cuando lo que se ve por las calles no son ratas, sino ardillas (o en su defecto, ratas de colas emperifolladas).
Monumento a las enfermeras de la Guerra de Vietnam
22 museos a la orden esperan al visitante. Mención aparte se merece el Newseum, el museo del periodismo que en sus frontispicio muestra la primera enmienda, esa que dice que a la libre expresión no se le toca ni con un pétalo de rosa del Tepeyac. Ya hablaremos del museo, pero la verdad entra uno aquí y se renuevan los bríos por este oficio que como decía Leduc, es amargo, pero de dulces recuerdos.
El Muro de Berlín y su recuerdo permanente en el Newseum
Somos periodistas representantes de 153 países. Es curioso ver los atuendos oficiales de los colegas de Africa, trajes con telas azules brillosas como papel de regalos de Fábricas de Francia para niños bautizados, mujeres tapadas hasta las ojeras (sí, ojeras) y turbantes multicolores. Me pongo a pensar si no la regué en no llegar con mi gabán de Tlaquepaque, mis pantalones de mariachi y mi sombrero dorado como de esos que le venden a los turistas en el Parián como si fueran los oficiales de la charrería. Veo a mis colegas centroamericanos y respiro tranquilo, muy tradicionales ellos con sus chamarras de los Lakers.
México, Ecuador y Colombia, puro glamour y sabrosura
Como suponen, el grupo más mitotero, el más gritón, el que al grito de Ea, Ea se cuela en los lugares del Departamento de Estado donde se prohíbe tomar fotos a sacar el retrato de rigor. El que discute con los policías, el que pierde el camión porque a los organizadores se les olvidó confirmarlo, el que suelta carcajadas durante los descansos de las conferencias, el que en lugar de arreglar sus maletas al llegar al hotel las lanzó sobre las camas para largarse a pasear, el que atrapa a Bob Woodward para que no se escape tan fácil, el que discute cuáles son los mejores insultos entre los diferentes calós de la riqueza sudamericana. Ese grupo, hermanos, es el de Latinoamérica, y es maravilloso estar ahí.
Ante esta figura yo sí mejor me callo.
Estoy contento, estoy al nivel, no se preocupen, el periodismo jalisquillo está bien representado conmigo, aunque sinceramente, muchos de mis colegas con los que orgullosamente trabajo día con día merecerían también estar aquí, y si se puede, tengan por seguro que los voy a recomendar
Extraño a Ady, pero me aguanto como los machos, acumularé los abrazos.
Mañana partimos a Oklahoma, prometo escribir pronto, mientras, los dejo con las imágenes. Deseenme suerte.
PD: Los insultos mexicanos llevan la delantera en la competencia, pero los colombianos son rudos y no se van a quedar atrás.
PD: El fenómeno Obama está cabrón. No, está cabronsísimo. La gente anda súper prendida. Esto se va a poner bueno.
PD: Traigo buenos tips para el manejo de fuentes
Así me siento en estos momentos, como esta foto
2 comentarios:
Ya me imagino, como siempre, los más escandalosos somos los latinos. ¿Cuántos becarios son? ¿De México solo vas tú? ¡Cuántenos más qué onda con la Obamanía!¿Hay algún argentino /a? Un fuerte abrazo.
Acuérdate que la obamanía ha poseído a tu amiga querida, a quien le encantaría tener un souvenir del candidato de color chocolate, algo así como una taza o un extensil. Besitos. Felicidades por esta experiencia tan chida¡¡¡
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