miércoles, 29 de octubre de 2008

¡Playball!.. (y Playboy)



Como uno de esos estertores helados que parecen salir de los costados de los edificios cuando el viento arrecia, el clamor corrió remolinesco por las calles. Con cuatro grados centígrados en el termòmetro, pero una sensación térmica de 0 grados, en la gigantesca pantalla se veía caer el último out. Los Phillies de Philadelphia ganaban la serie mundial y mis dientes castañean mientras observo la escena en pleno Times Square, el corazón de neón, bytes y beats de Nueva York.

He sentido una nueva sensación del frío, los malditos frenos de metal hacen que sienta la trompa como si una minicomunidad de diminutos elfos taladrara mis muelas con brocas y chorros de agua fría, pero aquí seguimos, admirándonos con la admiración que el beisbol provoca en los estadounidenses.
No hablaré del Rey de los Deportes, pues la belleza del juego ya mucho y bien la describió el Mago Septién, basta decir que por unos momentos, las miradas tambien se congelaron sobre un solo punto, hasta los policías miraban disimuladamente el cierre del partido que determinó al nuevo campeón. Sólo una guerra mundial apagó el eco del bat sacando la pelota del parque. Tiemblen el día que una recesión haga que se suspenda el beisbol, ahì si las cosas es que están mal.

Hoy no cargué mi cámara, tengo la espalda como la de un Pípila posmoderno de tanto andar cargando tiliches, hoy me fui al Moma y decidì dejar las fotoss para mejor ocasión, o hasta que la rabadilla deje de joderme.

¿En qué se parecen Uma Thurman y Brooke Shields? en varias cosas, las dos son muy altas, no son precisamente unas jovenzuelas, son guapísimas y a las dos me tocó la fortuna de admirarlas
de cerca.
Uma llegó a hospedarse al mismo hotel en que nos pusieron a los del Programa Murrow para periodistas. Iba yo saliendo cuando de repente casi choqué de frente con una giganta rubia que salìa de las puertas giratorias. "¡Ma!, ¿pos qué se trae esta pelagartona"?, dije hasta que me di cuenta de quien era, que bueno que no dije nada, capaz que me maltrata como a los chinitos de Kill Bill, sólo admiré su imponente porte, está narizona, pero qué guapota es la méndiga.

A brooke Shields nos la topamos el Emannuel Sandoval y yo cuando paseàbamos por el Soho y ella estaba grabando un episodio de Lipstick Jungle. A sus cuarenta y tantos, esa mujer se ve como de 25, también es altìsima y se conserva delgada sabrá dios cómo, pero sus ojos aún conservan ese intensìsimo azul que derretía pasiones desde que los chavitos la veíamos con ojotes abiertos en La Laguna azul (no confundir con la de la mochila azul).
También vi caminando al coreanito que sale en Lost, pero ¿qué creen?, en una descuidada, ¡Se me perdió!

Asombra el glamour de Manhattan, las mujeres y los hombres se visten con elegancia aunque la cara de enojados no se las puede quitar ni Armani ni Dios padre. Recorrer las calles del downtown es pasear por enmedio de un desfile de maniquies perfectamente vestidos. El frío ha hecho que las aceras sean pasarelas de estolas, bufandas, abrigos, gabardinas, chaquetas, sacos, gorras, sombreros, cada uno más extravagante y caro que el anterior. No puedo negarlo, es una frivolidad que se disfruta admirar.

Los trapos no hacen al hombre, pero qué bonito lo disfrazan.

Los museos son maravillosos, verdaderos parajes donde uno se pierde entre trazos milenarios y telas que huelen a historia y a genialidad. He ido al MET, al Moma, al de Historia natural y me falta el Guggenheim, me gusta platicar con la gente, sobre todo cuando se asustan de que alguien les sonría y los saluda, el hotelito donde estoy está genial, ya luego les contaré, pero es como habitar una anécdota de Andy Warhol.

Pero no, estos viajes no saben igual solo.

Las cientos de pantallas de Times Square que borbotean luminosos colores y estridencias visuales a un ritmo frenético son un santuario al consumismo a prueba de crisis. la economìa gringa se cae a pedazos, pero estos anuncios no disminuyen el voltaje de sus presentaciones.

Hubo fiesta en Nueva york y creanme, el pròximo martes hay dos por uno en las cantinas, aquì no aplica la estupidez esa de la ley seca y si gana Obama, escúchenme, la estridencia y el jolgorio van a ser mucho mayores que cuando hoy, el grito de strike que marcaba el final de la Serie Mundial, le puso sonido a los vivos colores del Times Square.






Pd: se aceptan comentarios

1 comentario:

Aldo Fonseca dijo...

2 precisiones.


1) A mí me hubiera gustado que abundaras respecto a la serie mundial. A ver que opina alguien que lleva -como yo- el playball de herencia en las venas.

2) El mayor de los placeres es viajar solo. Punto. Sé a lo que te refieres. Sí, nunca saben igual. Y nunca van a ser lo mismo... por eso. Así que despéinate... (es un decir...).