martes, 17 de abril de 2007

Ahora que viene Silvio

Ahí viene Silvio Rodríguez a la VFG. Cantará canciones revolucionarias, de esas que no programan en los bares de los hoteles imperialistas de cinco estrellas donde se hospeda.

Dicen que cuando vino a la FIL hace algunos años le entró con singular alegría al caviar y le daba flojera firmar autógrafos. No lo sé. Por eso mejor desentierro aquí una croniquita que hice en diciembre del 2002.


LA VOLÁTIL RESISTENCIA

Silvio Rodríguez no llega aún, pero la efervescencia alcanza niveles de clímax. Aquí estamos en grupo y en bola, esperando la oportunidad de entrar a un salón atestado de aficionados y fanáticos del músico cubano en el que supuestamente ya no cabe ni un alma y eso que todavía falta media hora para el acto que comenzó llamándose "Mil jóvenes charlan con Silvio Rodríguez", y pero bien pudo terminar bajo el título "2 mil neorrevolucionarios cubanos vitorean cada sílaba de Silvio Rodríguez.
"No se puede entrar", dice tajante uno de los guardias de seguridad a una cada vez más embravecida dama de huipil que en el puro sentido de la frase, comienza a alborotar la gallera con gritos y consignas nada cubanas pero sí muy mexicanas y floridas. El nombre de Silvio comienza a circular por las bocas de los inconformes que se han quedado afuera, gritan fuerte: "Silvio, Silvio", como si corear el nombre del cantautor fuera el moderno "Ábrete Sésamo" que abra aunque sea un pedacito de esa puerta del auditorio custodiada por los Carontes de la FIL.
"No hay justicia" dice alguien, y tres filas atrás alguien responde: "¿es eso novedad?; un poco de humor negro no basta para calmar a los impacientes admiradores que siguen negociando con determinación que los dejen entrar a donde ya no caben, se corre el riesgo de un revolucionario portazo.
Aparece Raúl Padilla en escena, cuestiona a algunos miembros del comité organizador y se pasea nervioso en un espacio de tres metros cuadrados; le pregunta a uno, se voltea, camina dos pasos, le reclama al otro, se voltea dos pasos y los interrogados sólo atinan a pelar los ojos; saben que el patrón está enojado. Hasta que de pronto alguien dice que quitarán los bloques laterales para dar cabida a todos los presentes; se calma la situación, todos sentados como niños buenos posando para las fotos conceptuales de los fotógrafos de prensa; y algunos nos colamos al auditorio donde en algunos momentos más arribará el causante de todo este despapaye. Alguien dice: "hay que cantar 'Ojalá', a ver si así se nos hace"; no la cantaron, pero si les funcionó.
Ha llegado, en medio de una nube de fotógrafos y reporteros despierta un multitudinario ¡Aaaah! Que vaya que tiene sentido, los ojos brillan los flashes no dejan de parpadear y hay quien canta unas improvisadas "mañanitas" que se cruzan con el grito de moda: "Cuba sí, Yankees no"; vaya, es difícil no ser partícipe del júbilo que despierta la presencia cansada del trovador. Rodríguez desaparece en medio de la misma nube que lo subió al estrado, y las paredes laterales comienzan a moverse, en unos minutos al grito de "Ora si", comienza la movilización primero en forma ordenada y después en vendaval de cuerpos buscando el huequito al frente. Se acaba el mal humor y comienza la sesión.
Todos tras la nota, la foto en primer plano del Señor Rodríguez; José Hernández Claire, fotógrafo sabueso de mil batallas, se ha olvidado un momento de la Beca Guggenhaim para subirse a una silla y concentrarse en los rostros y los detalles de la audiencia de la FIL que idolatra a un hombre que sabe que todo lo que diga será aplaudido por sus escuchas. Es el monólogo del aplauso. Se escuchan vitoreos a Fidel; con Silvio al frente, ¿quién se acuerda de la disidencia cubana?, ¿algunon de los que gritan "libertad" sabrán lo que opina Cabrera Infante, ausente en esta fiesta?
El auditorio es alegria, saboreamos las palabras de Silvio mientras ignoramos que a unos pasos se presenta el testimonio de las tragedias ocurridas en Ciudad Juárez; sí, la bohemia es más disfrutable que el dolor.
La voz de los que claman que esta FIL no es tan FIL como debiera ser debido a las ausencias ha sido opacada ante el magnetismo de Silvio Rodríguez defendiendo sus ideas. Las protestas fueron solo una volátil resistencia que no aguanta los embates de carisma de los sagrados. Las ausencias de los cubanos disidentes o contrarios al régimen castrista son tan desechables como las barreras que impedían ver a Silvio Rodríguez; sólo es cuestión de querer… y quitar.

3 comentarios:

Natalia dijo...

Ejejele!! ya vi su blog. Lo voy a poner de link en el mio apeas sepa cómo lograrlo, ja ja.
Saluditos!
N

Anónimo dijo...

QUE PEDO CON EL SILVIO..PSS CREO Q ES IMPOSIBLE Q NO SE LES SUBA EL ESTRELLATO A LA NARIZ, NO, MENTIRA, LILA DOWNS ES LA HONDA, SIN PREDICAR NADA CUANDO TIENE PRESENTACIONES, Y CUANDO PUEDE HACE UNA PRESENTACION "PUBLICA" ALTERNA UN DIA DESPUES COMO HACE UN AÑO, QUE VINO A GDL E HIZO UN CIONCIERTO EN LA EXPLANADA DE LA IGLESIA DE ZAPOPAN(CATEDRAL?)....UPS, CREO Q SE ME ESTAN OLVIDANDO LAS JERARQUIAS DE LA CASA DE DIOS, QUE BARBARIDAD. JOB

omarvelazquez dijo...

orale que bien!!!
nomas hay que actualizar de repente no?