sábado, 31 de marzo de 2012

Los malditos celos

¡Un antídoto contra la gran epidemia!, por favor Publicado originalmente en la revista Domingo de El Universal, un texto acerca de lo peligrosos e insoportables que pueden ser los celos. Espero les guste.
Julieta y Fernando se querían, cómo se querían, hasta que apareció el fantasma de la desconfianza. Comenzaron las prohibiciones: ella no podría salir con sus compañeros y él evitaría estar cerca de sus amigas. Sus obsesiones apagaron la llama roja del amor. Los terapeutas de pareja dicen que hay que tenerlo claro: los celos no son un sentimiento, son sólo una idea, una imaginación difícil de controlar que requiere ser atendida por un especialista Lo dicen las canciones, lo cuenta la literatura como un drama, lo define la RAE: "Celoso" es la sospecha de que la persona amada mude su cariño, ¿tú lo eres? Por José Alonso Torres domingo, 12 de febrero de 2012 00:31 Julieta era una de la chicas más deseadas de la universidad. A sus 23 años no había estudiante o maestro que no volteara a ver su derrièrevde corazón invertido cada que andaba por los pasillos. Su cabellera negra y ondulante hacía volar la imaginación de los muchachos más guapos, como Fernando, el chico rubio de anteojos, un estudiante de Medicina que enloquecía a más de una. Pero Julieta no era sólo una escultura de mujer, sino que también tenía fama de simpática, amable y generosa. No había actividad de ayuda social en que no se involucrara. Si había que reunir despensas para enviarlas a los damnificados de algún huracán, ella y sus jeans ajustados aparecía en primera fila. Si había que organizar un foro en el que se pretendía invitar a los candidatos a la alcaldía de Guadalajara, ella y su blusa entallada llevaban la invitación a los políticos. Fernando, de 24 años, era el deportista modelo de la escuela, divertido en las fiestas, popular, carismático, amigable. Fernando y Julieta fueron grandes amigos durante un par de años. Él le contaba de sus ligues, sueños y temores, ella le compartía sus secretos más íntimos. Todo cambió cuando la guapa se quedó sin novio. Un ingrato la dejó y Fernando comenzó a coquetearle hasta que ella le dio el sí. Parecían la pareja ideal, eran la envidia de muchas y muchos en la universidad. Eran el alma de las fiestas, hasta que comenzaron a surgir los celos, los malditos celos. “Me cela porque me quiere”, solía decir Julieta. Muchas parejas de celosos han dicho lo mismo a lo largo de historia de la humanidad.
Los celos son tan comunes en las relaciones de pareja que han terminado enquistándose en la vida común de las civilizaciones, son protagonistas frecuentes en la literatura y otras artes. Las tragedias estampadas en grandes obras literarias llevan impresas los síntomas de los celos, incluso se le llegó a conocer como “La enfermedad de Otelo”, por el personaje de la obra de William Shakespeare cuyo declive fue provocado por una desconfianza enfermiza estimulada por las intrigas. En El Caballero de Olmedo, obra de Lope de Vega, uno de los personajes describe los celos: “Son celos, Don Rodrigo, una quimera que se forma de envidia, viento y sombra, con que lo cierto imaginado altera, una fantasma que de noche asombra, un pensamiento que a locura inclina, y una mentira que verdad se nombra”. El español escribió lo anterior en 1620. Las mismas ideas, pero con menos poesía podrían ser hoy firmadas por cualquier psicoanalista. Fernando fue el hombro en el que Julieta lloró las tristezas de una relación rota, lo que le permitió conocer los miedos y los anhelos de la guapa de la universidad. Él estuvo ahí para apoyarla y se ganó su confianza. De repente ya se les veía tomados de la mano. El romanticismo no debería dar cabida a los celos y a la desconfianza de generación espontánea, ya que éstos, contrario a lo que muchos creen, no son sentimientos, sino ideas, argumenta el psicólogo Eduardo Baltazar Arias, miembro de la Federación Nacional de Colegios, Sociedades y Asociaciones de Psicólogos de México y maestro de la Universidad de Guadalajara. “Los celos no se sienten, se piensan; los celos son ideas, la inseguridad, el pensar si mi pareja puede estar con alguien más o incluso aunque no esté con alguien más, si a lo mejor quisiera estar con alguien más. Los celos son ideas y por eso menciono que no se sienten los celos, se siente la angustia, esos pensamientos nos generan angustia y entonces es cuando la gente erróneamente dice: ‘es que siento celos’”, me explica detalladamente el especialista.
Baltazar, quien lleva más de doce años dando terapia de pareja y ha dado conferencias sobre el flagelo de la desconfianza en diversas ciudades del país, dice que más del 60 por ciento de los problemas de pareja tienen que ver con los celos. EL MIEDO A LA PÉRDIDA Poco a poco, Fernando comenzó a mostrarse celoso, en cada compañero, en cada maestro que saludaba a su bella novia veía un potencial adversario que intentaría arrebatarle a su amada. Un día vio a Julieta platicando con su ex en un pasillo y su cabeza comenzó a llenarse de humo, a generar ideas y pensamientos de conspiración y traiciones, y le recriminó: “¿Por qué platicas con él? Seguramente quiere volver contigo, o ¿eres tú quien quiere volver a salir con él? ¡Dímelo!”, le exigió sin darle oportunidad de contestar. En el fondo, los celos no son la preocupación por cuidar a quien decimos amar. Es el miedo a perder aquello que creemos que nos pertenece. La desconfianza, como un tumor, crece y da paso a la paranoia. La falta de autoestima nos hace pensar que la persona con la que estamos desea “estar” con otra, que muchas veces sólo existen en nuestra imaginación. La angustia se apoderaba de Fernando: si Julieta salía a tomarse un café o una cerveza con sus compañeros de la universidad, era porque alguno de ellos le gustaba. El día en que su novia fue elegida como líder estudiantil, él explotó porque hubo uno que la abrazó muy fuerte durante el festejo. “No quiero que le hables a ese”. “No quiero que salgas en la noche con tus amigos”. Julieta no sólo obedeció las órdenes sino que contraatacó: “Pues entonces no quiero que tú hables con esas amigas coquetas que tienes, ¿qué no te basta conmigo?”. Semana tras semana había una nueva prohibición. María de la Luz Guerrero, especialista en terapia Gestalt, cuenta que los celos compulsivos, conocidos bajo el término “celotipia”, deben ser tratados con terapia psicológica e incluso, en ocasiones, el proceso debe incluir el consumo de fármacos recetados. “Es un sentimiento que carcome el alma, que llega desde abajo, desde adentro, y destruye a la persona desde el interior del organismo y entonces todo lo que pienso es real hasta que no se demuestre lo contrario, y aun cuando se lo demuestren, sigue pensando que es real”. La especialista que tiene su consultorio desde hace quince años, me cuenta que nueve de cada diez parejas acuden a terapia manifestando algún problema de celos. “Llegan en una situación muy complicada, muchas veces donde ya hubo violencia, golpes, agresiones y, además, con una gran codependencia”. El celoso comienza a tejer telarañas en su subconsciente y a ponerle “trampas” a su pareja. Inventa escenarios y situaciones, y si no logra conseguir el objetivo de atrapar a su pareja “con las manos en la masa” (o en el prójimo), en lugar de abandonar la idea de la infidelidad prefiere creer que los amantes furtivos son tan inteligentes que han descubierto de antemano los planes del celoso, por lo que hay que ser más astuto, más estratega, ya que las traiciones se incuban en la profundidad de las pasiones humanas. “Me tocó trabajar con una pareja en la que incluso la persona después de varias sesiones le decía: ‘OK, quiero que me disculpes, estoy completamente convencido de que no me eres infiel, ahora ya lo entiendo; nada más tengo una situación que quiero que admitas, yo ya admití que no me eres infiel; ahora tú admite que sí has querido serlo’. Se llega ese nivel de celos”, dice Baltazar Arias, quien está por concluir su maestría en Terapia de Pareja. Fueron perdiendo contacto con sus amistades, pero en Fernando las sospechas, el miedo y el coraje, en lugar de desaparecer, fueron buscando nuevos resquicios en su personalidad para salir a la superficie. “¡Mira cómo te ven esos cabrones!, claro, ¡con esas minifaldas que usas!, no vas a volver a usar esas blusas escotadas ni esos pantaloncitos pegaditos de piruja. De ahora en adelante no quiero que me faltes al respeto exhibiéndote con todo mundo”. Julieta cambió su forma de vestir. Comenzó a usar blusas de manga y cuello largos, los jeans ajustados le dieron paso a los pantalones de vestir holgados, de faldas ya ni hablar. A Fernando también se le alejaron los amigos, ya no tenía tiempo para ellos, todo estaba reservado para ella, no fuera a ser que en una descuidada lo traicionaran.
LA AMÓ, LA CELÓ, LA MATÓ La desconfianza en la pareja es una característica que aparece en todos los países y en todas las épocas, sin embargo, en México, la aparición de los celos va atada a una cultura machista que fomenta la “vigilancia” de la mujer. Y esa conducta, muchas veces, termina en tragedia. Mas común de lo que se piensa, más cercano de lo que se cree, las historias de agresividad suceden en cualquier ciudad, en cualquier estrato social. Son historias que muchas veces aparecen consignadas en los medios de comunicación, como notas que se pierden en el mar de la información: “Un hombre asesinó a cuchilladas al amigo de su ex esposa, a quien también hirió de gravedad, y luego se suicidó” (8 de enero de 2012); “Mujer asesina a su marido por celos, le encontró mensajes en el celular” (21 de septiembre 2011); “Un sujeto mató a dos de los abogados que llevaban su caso de divorcio al creer que uno de ellos mantenía una relación sentimental con su ex esposa” (27 de mayo 2011); “Ataca astronauta del Discovery a compañera por celos”.(5 de febrero de 2007). Todas estas notas fueron publicadas en EL UNIVERSAL. ¿Debería asombrarnos que los celos aparezcan más en las secciones de nota roja que en los suplementos de salud y orientación sentimental? “La amó, la celó, la mató” es una noticia más cotidiana de lo que advertimos. “Hay algunos celos que hacen perder los estribos de las personas, el control de sus impulsos y se vuelven muy violentos, dejan de ir a trabajar, dejan de ir a la escuela; y hay otro tipos de celos que son ‘celos psicóticos’, donde la persona ya tiene delirios; el delirio ya es más complicado de trabajar que la neurosis”, dice Baltazar Arias. Las estadísticas son números fríos que pueden aparecer en diferentes partes sin ninguna relación aparente, como islas de realidades ajenas; así, uno puede leer que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal reveló que en el 2009 los crímenes pasionales ocuparon el segundo lugar de homicidios violentos en la ciudad de México, mientras que en otra publicación se lee que el Instituto Mexicano de la Juventud dio a conocer que el 70 por ciento de los jóvenes mexicanos experimentan violencia en el noviazgo. ¿En cuántos de estos casos el común denominador serán los celos? En un entorno en que la mujer sigue luchando por la equidad de género, en la igualdad de circunstancias, derechos y condiciones, los machos y los inseguros (quienes frecuentemente son los mismos) encuentran en estas características el fertilizante ideal para fomentar su desconfianza. Pero, ¿qué tan celosos somos los mexicanos? Parece que mucho, pero no nos gusta aceptarlo. Una encuesta realizada por Consulta Mitofsky en el 2010, titulada “El mexicano y los celos”, muestra que el 61 por ciento de los entrevistados se dijo muy poco celoso, mientras que el 20 por ciento se asimila como muy celoso, aunque 3 de cada 10 de este porcentaje indican que sus celos significan “interés por la pareja”. Otra vez el argumento hilarante: tengo celos porque te amo, porque me importas. El panorama se ensombrece cuando la violencia recibe ayuda oficial. De acuerdo con el documento “Homicidio en razón de honor”, realizado por el Instituto Nacional de las Mujeres, en el país, los códigos penales de al menos 10 estados contienen atenuantes para algunos homicidios. Todos por razones que tienen que ver con el honor. Los estados que prevén esta circunstancia en sus códigos penales son Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Jalisco, Michoacán, Quintana Roo, San Luis Potosí, Yucatán y Zacatecas. En pocas palabras, estas entidades prevén atenuantes en homicidios si alguien encuentra a su pareja en un acto sexual o en uno próximo a él, por lo que, de acuerdo con expertos, estos argumentos resultan aberrantes, le dejan la puerta abierta a la interpretación de la conducta más que al hecho delictivo en sí, pues basta con que el asesino exponga de manera verbal que encontró a su pareja cerca de un hotel, y que sospechó infidelidad, para intentar evadir la justicia. Con argumentos que parecen coplas de una canción de misóginos adoloridos, Campeche y Quintana Roo le dan más rienda suelta a la sospecha y protegen la paranoia, pues estipulan, el primero, que “son circunstancias atenuantes obrar por causas o estímulos tan poderosos que hayan producido arrebato, obcecación y otro estado pasional de entidad semejantes”; mientras que el segundo señala que la atenuante se aplica “al que prive de la vida a otro encontrándose en estado de emoción violenta, motivado por alguna ofensa grave a sus sentimientos afectivos o al honor de sus padres, hijos, cónyuge o al suyo propio que las circunstancias hicieren excusables”. “¿Quién te habló, qué quiere?, enséñame el teléfono”, era uno de los reclamos frecuentes de Fernando. “Mejor nos quedamos en casa, ¿a qué quieres ir a la plaza?, de seguro quieres ver a otras mujeres”, solía decir Julieta. Llevaban un año de noviazgo. La mayor parte del tiempo se la pasaban discutiendo, peleándose, chantajeándose y amenazándose uno al otro. Fernando le recriminaba sus relaciones del pasado, usaba sus confidencias para agredirla sicológicamente, humillándola para que ni siquiera se le ocurriera pensar en dejarlo, porque él estaba completamente seguro de que Julieta lo estaba traicionando, a pesar de que ya ni se peinaba ni se arreglaba, a pesar de que abandonaron todas las actividades en las que estuvieron tan entusiasmados. Cerraron sus perfiles de redes sociales y casi no salían a reuniones. La otrora pareja ideal en las fiestas escolares dejó de bailar. LOS CIBERCUERNOS Si bien tradicionalmente fueron provocados, estimulados y alimentados por las voces insidiosas, los chismes de lavadero y el mitote tradicional de la reunión en turno, veneno que corre de boca en boca o la ponzoña de la autosugestión, ahora los celos han encontrado nuevos estimulantes para seguir provocando pasiones arrebatadas, enojos y dolores de cabeza a los amantes atormentados por la inseguridad que los hace sentirse parte de tragedias griegas. La tecnología también ha puesto su granito de arena para que los celos entraran triunfantes al siglo XXI. El rumor adoptó las plataformas de las redes sociales y el Facebook transmutó en la Celestina vanguardista que reúne amistades olvidadas y revive amoríos nostálgicos, pero también derrumba relaciones aparentemente consolidadas. Pedirle a la pareja “una prueba de amor” ahora consiste en preguntarle sus contraseñas del e-mail y del “feis”. En México existen 25.6 millones de usuarios de Facebook y más de 4 millones de cuentas de Twitter. Todavía no se han realizado investigaciones acerca de la influencia de estas redes en la desunión de las parejas, pero son conversación cotidiana las anécdotas de apasionados pleitos que traspasaron las fronteras de internet para instalarse en el mundo real a causa de una foto incómoda o comprometedora o comentarios subidos a algún perfil, (“¡le diste “Me gusta” a tu ex!), pero en Estados Unidos, donde hay 149 millones de cuentas de Facebook, algunos estudios de las redes parecen colgarles ya la etiqueta de alcahuetes virtuales. Al estadounidense Ken Savage, trabajador en el área de la computación le bastó rastrear algunas conversaciones y mensajes en la red social para darse cuenta de que su mujer lo estaba traicionando y, a través de su cuenta, descubrió que una aparente fiesta infantil terminó en un encuentro sexual en la cama de un motel. ¿El resultado? Su esposa se convirtió en ex y él abrió la página: www.facebookcheating.com que rápidamente mutó a un muro de lamentaciones para los cornudos y los celosos. Un mausoleo de relaciones rotas navegando en el ciberespacio y un manual geek del “sospechosismo” ilustrado. Aún más, en el 2010 la Academia Americana de Abogados Matrimoniales (AAML por sus siglas en inglés) reconoció el incremento en el uso de evidencias provenientes de las redes sociales en sus casos de divorcios en los últimos 5 años. Facebook es la fuente primaria de evidencia con el 66 por ciento; My Space le sigue con el 14 por ciento y Twitter con el 5 por ciento, el restante se reparte entre otras redes sociales. Con mas de 1,600 miembros, la AAML informó ese mismo año que más del 80 por ciento de sus agremiados han buscado o usado información de las redes sociales para documentar sus casos. También en el año 2010, la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, determinó mediante una encuesta a sus estudiantes que Facebook es un mecanismo que incrementa los celos y los pleitos entre las parejas.
“Tuve un caso de una pareja en que el hombre era muy ‘baquetón’, entonces ella se daba cuenta y aguantaba, pero un día le quiso poner el cuerno para ver qué se sentía, y el otro se dio cuenta por Facebook y terminó casi matándola con un cuchillo en el cuello. Luego se dio cuenta quién era el ‘otro’ y era un chavito cualquiera”, cuenta la terapeuta María de la Luz Guerrero. El escritor francés Marcel Proust escribió en el siglo XIX que sólo se ama lo que no se posee totalmente. La actualidad lo contradice. Los celos son provocados por la falsa sensación de que la pareja es una propiedad única e indivisible para cualquier otro tipo de relación afectiva. La desconfianza es la infección viral que agota el sistema inmunológico de la pasión y la confianza que podrían haber abonado en el desarrollo de una relación fructífera, feliz y duradera. Alejada de los problemas y el estrés que ya genera la vida cotidiana allá afuera del circulo de la intimidad. Como reza el dicho: es tan poco el amor… ¡y gastarlo en celos! Dos años después del arranque de un noviazgo de ensueño, Julieta y Fernando llegaron al consultorio del terapeuta, pero el daño ya era demasiado grande. No querían ningún tipo de ayuda para recomponer la relación, buscaban siempre un testigo para acusarse mutuamente de su fracaso. Heridos y humillados, la popularidad y la belleza quedaron sepultadas por la baja autoestima y el dolor que se causaron. Se confrontaron por última vez en el consultorio del psicólogo. Y sin decirse adiós, cada quien tomó su camino. Solos. JOSÉ ALONSO TORRES es un periodista que transitó del periodismo cultural a los vaivenes de la nota diaria, el reportaje y la crónica en medios tapatíos. Actualmente es director de Información de radio y televisión de la Universidad de Guadalajara. Lo han correteado novias celosas, pero escribió esto gracias a que no lo alcanzaron

Bloqueo narco en Guadalajara

Originalmente publicado por Cosecha Roja este texto pretende echar un vistazo a lo que aconteció en Guadalajara tras la detención de Erik Valencia, "El 85". Uno de los líderes del Cártel Jalisco Nueva Generación.






12/03/2012 9:471
Por José Alonso Torres desde Guadalajara, México – Cosecha Roja.

La espesa nube de humo que se elevaba en la zona centro de Guadalajara, la capital de Jalisco, poco después de las 14:00 horas del viernes pasado parecía un incendio, como si ardiera una casa. Pero cuando en el horizonte comenzaron a brotar nuevas columnas negras en otros puntos de la zona metropolitana invadió la certeza de que algo andaba mal. El miedo creció proporcionalmente al ruido de patrullas, ambulancias y carros de bomberos que cruzaban las calles en todas direcciones.

El temor tiene un gran aliado en la desinformación y ésta termina destruyendo la confianza. Hasta hace un par de años, Guadalajara, conocida como la Perla de Occidente, se consideraba un oasis aislado del clima de violencia e inseguridad que abatía a otros estados de México. Incluso en la década de los 80, se convirtió en una ciudad a la que los grandes capos mandaban a su familia a vivir por considerarla un territorio neutral.

El viernes, con los helicópteros de las fuerzas policíacas recorriendo el cielo tapatío en trayectorias frenéticas sobre las hogueras de metal y hule, pocos estaban enterados de que la historia en realidad había comenzado una hora y media antes cuando miembros del Ejército Mexicano ejecutaron una operación armada para capturar a líderes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Lomas Altas, una colonia de la ciudad en donde soldados y delincuentes se habían atacado con armas de grueso calibre y granadas. La reacción de los subordinados fue furiosa, pero bien orquestada.

El primer camión fue incendiado en la Avenida Enrique Díaz de León y Avenida de los Maestros aproximadamente a las 14:00 horas, unos minutos después, a 24 cuadras de ahí, a un minibús de la ruta 625 que circulaba por Miguel Blanco y Rayón le prendían fuego; poco a poco empezaron a reportarse nuevos incidentes en varias zonas y carreteras de la mancha urbana y el interior del estado; el modus operandi era el mismo: grupos de hombres armados paraban los automotores, bajaban a los tripulantes y arrojaban bolsas de plástico llenas de combustible para encender los vehículos. ¿Las autoridades? permanecían calladas, ni un solo dato que tranquilizara, ni una sola voz oficial que llamara a la calma. A Jade Ramírez una reportera de Radio Universidad de Guadalajara un tipo vestido con uniforme negro le arrebató su celular en plena transmisión en directo. Los reporteros se lanzaron a la calle sin saber qué estaba pasando.

Si las autoridades presumían una capacidad de respuesta organizada, los criminales habían dejado claro su nivel de organización rápida y eficiente. Al tratar de apagar un tráiler incendiado en la carretera hacia el Aeropuerto los bomberos se quedaron sin agua.

A las 15:00 horas ya estaban envueltas en llamas varias unidades del transporte público y vehículos particulares cuando de manera extraoficial trascendió que dos pesos completos del cártel habían sido capturados y surgieron los nombres de Erick Valencia Salazar, alias el “85”y su
lugarteniente Otoniel Mendoza, alias “Tony Montana”. Los responsables federales y estatales de la seguridad callaban.

De manera oficial se reportaron 16 narcobloqueos, 11 de ellos en la capital del estado y 25 vehículos incendiados en todo Jalisco, provocando caos vial y casos de histeria ante una situación donde reinaba la incertidumbre. Las autoridades estatales y de la federación permanecieron herméticas y la información oficial fluyó a cuentagotas en un par de ayuntamientos. Las especulaciones y los rumores llenaron los vacíos de información con leyendas urbanas y vaticinio de tragedias por venir, los números de emergencia comenzaron a recibir llamadas falsas.

La contingencia tomó por sorpresa a una población acostumbrada a pensar que los tiroteos en las calles, el incendio de automotores y los fuertes despliegues de fuerzas armadas sólo ocurrían en las ciudades conflictivas del norte del país donde los grandes cárteles de la droga tienen asentados sus dominios. El ulular de las patrullas se amplificó por instinto preventivo, no por costumbre de escucharlas con tanta frecuencia.

Erick Valencia Salazar, conocido como “El85”es identificado como uno de los líderes del cártel que tomó fuerza con la caída de Ignacio “Nacho” Coronel, representante en la plaza de Guadalajara del Cártel de Sinaloa y quien fue abatido por los militares en el 2010. El 85 fue uno de los miembros del Cártel del Milenio pero abandonó las filas de la organización junto con
Nemesio Oseguera, alias “El Mencho” para sumarse al nuevo grupo. Al principio estuvieron bajo el cobijo de Nacho Coronel, al morir él, ellos asumieron el control del cartel.

El CJNG no sólo adquirió celebridad por sus operaciones de tráfico de drogas, su existencia tomó fama cuando a través de videos subidos a YouTube y en narcomantas se promulgaron como los “Matazetas”, declarándole la guerra a los Zetas, el grupo del crimen organizado más sanguinario de México. En octubre del año pasado, el CJNG se atribuyó el escándalo de los 35 cadáveres tirados en una vía pública en Veracruz y la acusación de que los muertos eran colaboradores de los zetas. La respuesta llegó un mes después cuando en la madrugada aparecieron bajo los Arcos del Milenio, un inacabado monumento en Guadalajara, 26 cuerpos amontonados en 3 vehículos. El macabro “regalo” era un mensaje para el CJNG.

Los reportes de nuevos ataques alimentaban la crisis en la ciudad. Una línea del transporte público anuncio la suspensión del servicio mientras unidades de otras rutas preferían parar o ya no recoger pasajeros. Las redes sociales como twitter y facebook se atiborraron de comentarios, leyendas urbanas, chismes y reportes ciudadanos en los que no se podía determinar su veracidad.

“Se informará una vez pasada la contingencia”, fue el mensaje del Gobernador del Estado, Emilio González Márquez, en su cuenta oficial de Twitter a las 16:09 horas, más de 3 horas después de que iniciaron los enfrentamientos. Cuatro tweets representaron la única respuesta oficial de la máxima autoridad en Jalisco y después, de nuevo el silencio. Se anunció una rueda de prensa a las 18:30 horas en la Casa Jalisco, donde el Gobernador estaba reunido con su gabinete de
seguridad en medio de un fuerte operativo que blindó las calles aledañas con guardias armados y dos helicópteros sobrevolando la zona.

Cuando por fin salió a dar la cara a los medios, el Gobernador dio un mensaje que duró menos de 3 minutos y en el que se limitó a informar lo que la gente ya sabía de antemano por los medios de comunicación. Leyó datos ya conocidos, no aceptó preguntas y se retiró de la sala.

El Gobernador jalisciense no es muy pródigo en dar información referente a la inseguridad. El 1 de febrero del 2011 se registraron en la ciudad 7 bloqueos que fueron atribuidos al cártel La Resistencia ( rivales del CJNG), en esa ocasión convocó a una reunión a los principales directivos de los medios de comunicación para pedirles que minimizaran los hechos para no “alarmar” a los ciudadanos y no afectar la imagen de Guadalajara, que meses después sería la sede de los Juegos Panamericanos.


Las autoridades intentaron negar que personas inocentes fueron afectadas por los narcobloqueos: un hombre que murió calcinado en uno de los incidentes fue señalado como miembro del grupo delincuencial, luego se confirmó que en realidad era el conductor de uno de los autobuses que no alcanzó a escapar de las llamas; el asesinato de una niña de 7 años que cayó por una bala perdida en una balacera ocurrida a cinco cuadras de uno de los bloqueos fue catalogado oficialmente un día después como víctima de un percance “entre particulares”.


A las 22:00 horas del viernes, 16 detenidos fueron presentados en la noche como miembros del grupo delictivo. Este domingo la procuraduría de justicia estatal liberó a 4 de ellos al reconocer que no tenían nada que ver con el crimen organizado, habían sido detenidos de manera arbitraria y los soltaron tras una disculpa.

Alejandro Dumas apuntó que los peligros desconocidos son los que causan más miedo. El daño ya estaba hecho, el temor y la paranoia reventaron el inicio del fin de semana dejando como saldo ausentismo en las escuelas por la tarde y bares y restaurantes semivacíos por la noche. Después
de los embotellamientos por los bloqueos la gente ya no quiso salir de sus casas. La ciudad se quedó callada. La detención de quienes fueron catalogados como importantes delincuentes no abatió la sensación ciudadana de que el riesgo no había desaparecido. En un desierto de inseguridad que cada día se hace más grande en el país, el oasis se transformó en espejismo, por lo menos durante un viernes oscuro.
Fotos: Medios UDG y El Universal

viernes, 30 de marzo de 2012

La niña que no podía respirar, pero no dejaba de sonreir.

A Carolina la conocí cuando ella tenía 14 años de edad y tres meses después de que quedó paralizada a causa de la estupidez de un chofer del transporte público.

El día del accidente, el chofer, que aparentemente iba ebrio, conducía un microbús a exceso de velocidad y se volcó causando la muerte de una amiga de Carolina y heridas a 30 personas, entre ellas la niña amante de las canciones pop quien lo único que recordaba era el crujir de su espina
dorsal y su cuello mientras todo daba vueltas.


Me conmovieron sus ganas de vivir a pesar de todo, su esperanza y sueño de algún día volver a caminar, pero sobre todo, su capacidad de seguir sonriendo. Su sonrisa removía en mí sensaciones extrañas: me hacia reflexionar sobre lo afortunados que somos quienes al tener salud lo tenemos todo y que algo tan cotidiano como ir caminando a la tienda de la esquina, para otra persona puede ser la aspiración mas anhelada. Lo común convertido en lo milagroso.

Hoy murió Carolina por una insuficiencia respiratoria. Sus padres tuvieron que pelear siempre para que los transportistas se hicieran responsables de la negligencia de un chofer
imbécil. Carolina ya nunca se levantó y hoy se envuelve en la eternidad de mi memoria con una sonrisa en los labios.





Sufre Carolina por mal chofer
Mural
(02-Jun-2008).-
La voz se le ha ido, quizás para siempre, y a pesar de ello la sonrisa de la niña, la cual por un accidente del transporte urbano quedó paralizada del cuello hacia abajo, transmite un optimismo que su garganta no puede gritar.

Un silbido agudo y acompasado, como el de un fuelle bombeando con fuerza en una herrería, es el sonido del respirador automatizado que mantiene con vida a Laura Carolina Mendoza Villa.
Sobre la cama 333 del tercer piso de Pediatría del Centro Médico de Occidente, Laura Carolina, de 14 años, desvía la mirada hacia el ventanal desde donde se observa la mancha urbana. Allá afuera hay movimiento y caos, ajetreo del cual ella no volverá a formar parte. Toma fuerza y quiere hablar, una palabra escapa de sus labios y después... el silencio, la respiración se agita por el esfuerzo. Su familia le ve el lado positivo al asunto, cuando llegó, después del accidente del 10 de abril cerca del Cerro del Tesoro, sólo podía mover los ojos.

Recuerda que iba sentada en la parte trasera, junto a la puerta de un minibús de la Ruta 30 que la regresaba a su hogar junto con otros estudiantes. El chofer estaba borracho, le han contado. Ella no recuerda, a su mente únicamente llegan las memorias del mundo de gente y objetos dando vueltas que se le viene encima, gritos y golpes, su cuello cruje por el impacto, después
ya no volvió a sentir nada.

Sonríe y se dice afortunada por seguir en este mundo, su amiga Monserrat, un año mayor que ella no tuvo la misma suerte y falleció a unos centímetros de ella. A Caro, la estudiante de secundaria llena de vida, con 1.77 metros de estatura que le encanta bailar la fatalidad le tenía un
triste diagnóstico: cuadriplejia y respiración motora asistida, con secuelas permanentes que pueden ocasionar su muerte.
Bertha, la enfermera de turno, le presume a Caro su última pieza tejida y le hace bromas. La mamá, Rosa Isela, masajea las piernas de su hija mayor, de manera discreta toma el pie derecho de la niña y lo endereza, pero la extremidad inmediatamente se vuelve a doblar hacia adentro, secuelas de la parálisis.

En el percance hubo 30 heridos, pero la más grave es Caro, aunque el diagnóstico contrasta con su esperanza.

"Al principio no podía comer, no se podía mover nada ni hablar", informa su mamá en un tono que podría sonar triunfalista.

¡Cómo no tener fe, si ahora Caro come, puede decir unas palabras, mueve un poco el hombro derecho y tiene algo de sensibilidad en la planta de los pies. Hay casos en que los detalles más pequeños representan los más grandes milagros.

Con sus sueños de adolescente Caro prefiere pensar en que regresará a la escuela, a los libros que le gusta leer y a cantar las canciones de Belanova que le emocionan. Ni siquiera quiere pensar en el causante de su tragedia, es una chica llena de ilusiones que buscará hacerle frente a la vida
como venga.

Pero sus padres tienen que lidiar con las situaciones que se fugan de la zona de los sueños, el pelito legal con los transportistas sigue.

Los cuidados que deberá tener Caro el resto de su vida incluyen equipo y una enfermera especializada, se calcula que el costo de mantener a Caro con vida sin la asistencia social será de 15 mil pesos diarios.

Pero Caro, desde la inmovilidad abre sus grandes ojos y sigue sonriendo.
Foto tomada del sitio Crónica de Sociales.