miércoles, 29 de abril de 2009

¡Con razón no lo pelaron!


Manuel Acuña, el poeta jalisciense cuyo nombre no puede uno recordar sin remitirse a la calle que cruza el famoso barrio de Santa Tere, se murió a los 24 años de edad. Dicen que se suicidó porque Chayito no le hizo caso.

Rosario de la Peña era su nombre. Dicen las malas lenguas que hasta José Martí le aventó los chuchos, pero su corazon ya era de otro. Manuelito le dedicó un poema y toda la cosa para conquistarla: "Nocturno a Rosario" se llama. No funcionó la estrategia y el muchacho se empinó una dosis de cianuro y se murió todito él. Ella niega que él se haya petateado por su culpa. Ella siguió su vida, a él le pusieron la pijama de madera y años después le pusieron su nombre a una calle que queda cerquitas de las sabrosas aguas frescas del Chaplin.

No es por disculpar a la Chayito, pero si uno lee el poema que le dedicaron, podríamos entender por qué esta mujer no le quiso atorar al compromiso, después de leerlo ha de haber dicho, ¡Ni maiz, pus qué!


Que hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo.
los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos, un alma sola,
los dos, un solo pecho,
y en medio de nosotros
mi madre como un Díos!

Ya ni la friega el buen Manolín, con ese complejote de Edipo no iba a agarrar ni fiado.


1 comentario:

mariana m* dijo...

No manches, me estoy riendo sola aquí en el hostal nomás leer tu post. ¡Buenísimo! Qué güey el pinche Manolito. Ora sí que la cagó feo. ¡Qué risa!