Eleccioncillas

Son una auténtica lata, pero siempre me ha gustado cubrir elecciones, para algunos periodistas, ese día es como de Super Bowl.

No cambiamos, los procesos para elegir gobernantes en este país siguen los mismos patrones de conducta, como de librito de ayuda para dummies. Hasta las trácalas y mapachadas se parecen en todos lados.

Hace unas semanas estuve en Nayarit para cubrir elecciones intermedias y lo que eso significa para un periodista: jornadas de 18 horas laborales, sustos y soponcios para mandar las notas antes de que se truene el cierre o al editor le truene la úlcera (lo que ocurra primero) corretizas para sacarle la foto al candidato cuando va a votar y enseña el dedito pintado, seguir a las camionetas carrusel que llevan la manada de votantes a las urnas, estar como cuchillito de palo sobre los partidos políticos para que saquen las encuestas de salida, tomar harto café para espantar el sueño en las horas muertas en que no pasa nada y los consejeros electorales se fueron a echar un sueñito sabrá dios dónde, pegar la carrera cuando hay una tendencia clara para ir a entrevistar primero al virtual ganador, de ahí, pegar la carrera de nuevo para entrevistar al perdedor y sacarle la sopa de si va a impugnar la elección, comer un taco por cada cachete para evitar atascarse con las galletitas que ponen en las salas de prensa y que nomás le llenan a uno de masa el estómago, mandarle mensajitos por celular a medio mundo para contarles que estás aburrido y por eso les mandas mensajitos por celular.

Y todo eso sólo hasta las seis de la tarde.

Ese día llovió en Tepic. El calor fue abatido por lluvias esporádicas en el transcurso del día, para la noche una neblina atípica caía sobre el centro de la ciudad… y empezó el jolgorio.

Antes que nada, debo decir que Nayarit es la Disneylandia del PRI. Ahí, el partidazo todavía hace y deshace con las preferencias electorales que le han dado su apoyo en los últimos años, así que ya sabrán: los topes de campaña son meras ilusiones, el aparato tricolor se mueve con eficacia dinosáurica, pa pronto truenan los cuetes y se arranca la banda con la primera fanfarria de la noche, el candidato ya llegó a la plazuela y a ritmo de quebradita recibe felicitaciones de seguidores que salieron hasta de debajo de las piedras. Es el bueno, hay que saludarlo hoy para que se acuerde de nosotros cuando le pidamos el permiso pa la vinatería o metan a un carnal al bote. Roberto Sandoval, es un político que debería aparecer en los comerciales del Photoshop, fregados publicistas, ¡ni una viruela le dejaron! Se parece más bien al papá del muchachito que aparece en la propaganda. Eso sí, el arrastre y carisma que tiene con la gente no está en discusión.

Llega la llovedera con el festejo, casi todos los enviados de los medios de comunicación se han ido a dormir o a cenar, menos, como siempre, los murales, aquí estamos los fotógrafos Jorge y Ricardo y su servilleta, aguantando vara para que no se nos vaya a escapar nada. Es hora de tomarnos una cerveza, el deber está cumplido y nos divertimos una vez más viendo a toda esa gente que ve en el ganador al gallo que los saquen de sus problemas, ¿cuánto tardarán en esta ocasión en desilusionarse?, por lo pronto, la esperanza subsiste bajo la lluvia, y las sonrisas anhelan.


Si, es divertido cubrir elecciones.

Fotos de Jorge Rangel y Ricardo Pegueros