viernes, 19 de septiembre de 2008

Retratos de gira



¿Qué será lo que tiene el Peje?

Ave de tempestades para unos, de mal agüero para otros. No es alimento de medias tintas. O lo aman o lo odian. Nunca en medio, siempre en los extremos, aliado del exceso discursivo, incendiario e incómodo.

Harta con su verbo irritante, de tantas verdades que avienta y del exceso de justificaciones para su causa. Se le podrá acusar de muchas cosas, pero nunca de no hacer las cosas con pasión, con su pasión. Es un estoico cuya terquedad ridiculiza sus causas. Es un terco que burbujea denuncias llenas del polvo del olvido y que pertenecen a la etapa más oscura de este País, él las recuerda y las restriega en la cara para que no se olviden.

Quizá por eso sea tan odiado en algunas partes, quizá por eso es vitoreado en otras, casi siempre en esas zonas donde poco se meten los políticos.

Me tocó cubrir el inicio de una nueva gira por el estado. En pequeños pueblos alejados de la mano del Dios de la partidocracia y por ende, del presupuesto. Circulamos hora y media por una carretera hecha pedazos, con abismos de un lado y derrumbes por el otro; veredas que ponen a prueba la pericia de los choferes y la fe de los pasajeros que ven cómo saltan las piedras sobre el asfalto o aparecen vacas sin dueño a la vuelta de la curva pronunciada. Jilotlán de los Dolores es zona del narco, pueblo de 300 habitantes abandonados a su suerte, los candidatos a la gubernatura nunca llegaron hasta allá, para qué arriesgar la vida por un puñado de votos. Una pastilla de Dramamine en la panza, los dedos tocando el escapulario ficticio que aparece sobre el pecho del no creyente que se bambolea en las curvas. Hasta allá llegó AMLO, los lugareños ni la creían.

La nota de Internet rebosaba de comentarios cargados con odio hacia el Peje por parte de unos lectores, llevaban implícita la furia del que quiere ver ensangrentado al enemigo, como si AMLO hubiera soltado las granadas en Morelia: muérete, infeliz, imbécil, ya muérete de una vez por todas, gritan los anónimos desde el ciberespacio.


No comulgo con muchas de sus ideas, no puedo hacerme de la vista gorda ante los excesos de sus subordinados, pero respeto su tesón y su terquedad por decir lo que está mal en este País, no importa que él no sea la solución mágica. Fue víctima de una campaña despiadada, atroz, cobarde, por parte de aquellos inmaculados que se persignan con una mano mientras se masturban con la otra. Tampoco eso se puede, se debe, olvidar, si no, seguiremos cayendo al precipicio.

Habla con la misma enjundia ante 50 personas que ante mil, nunca le vi un mal gesto, anda en campaña perpetua soltando sus razones, sus quejas, sus demandas, ilusiones e incoherencias, pero anda, no se está quieto. Si algo podemos aprenderle es a no bajar los brazos, pensemos como pensemos y apoyemos a quien apoyemos. Derecha o izquierda, azul, amarillo o verde, no importa.O jalamos parejo o perdemos el tiempo deseando la desdicha de nuestros detractores.

1 comentario:

Natalia dijo...

Pues yo sí le creo porque como bien lo dices avienta muchas verdades que a más de uno calan.
Es de los pocos políticos honestos que ha dado este país... en fin, tú ya sabes lo que pienso, así que, para la otra me llevas aunque sea de chofer.